Dirige “Errante Corazón”, protagonizada por Leonardo Sbaraglia

Leonardo Brzezicki frente al desafío de retratar el derrumbe interno

"Si algo tengo en claro hoy es que quiero hacer películas de personajes con muchas dimensiones y tratar de comprometerme al máximo con sus vidas", sostuvo el guionista y director en una charla exclusiva con EscribiendoCine.

Leonardo Brzezicki frente al desafío de retratar el derrumbe interno
Leonardo Brzezicki y Leonardo Sbaraglia en "Errante Corazón"
Leonardo Brzezicki y Leonardo Sbaraglia en "Errante Corazón"
sábado 30 de octubre de 2021

Casi diez años después de haber estrenado su ópera prima Noche (2013), Leonardo Brzezicki regresó a la pantalla grande con el filme Errante Corazón (2021), disponible en el Espacio INCAA Gaumont y HBO MAX, que cosecha múltiples elogios.

El largometraje cuenta con la actuación protagónica de Leonardo Sbaraglia, quien interpreta a Santiago, un hombre de alrededor de 50 años, chef, dueño de un prestigioso restaurant y padre soltero, que se encuentra quebrado emocionalmente y a la deriva tras la ruptura de su relación con Luis (Alberto Ajaka), y emprende una desesperada búsqueda por amar y ser amado. Asimismo, se refugia especialmente en el vínculo entrañable que mantiene con Laila, su hija adolescente (Miranda de la Serna), en medio de una complicada convivencia.

En el film seguimos de cerca el derrotero de Santiago, ¿cómo caracterizarías su desarrollo?
La película nace de una necesidad profunda mía de hablar de la vida interna de los personajes, focalizando en Santiago, que tiene determinadas heridas del pasado en carne viva y, de alguna manera, lo hacen sentir todo el tiempo desconectado de sus emociones reales. Es como que está flotando en la superficie del océano, en la espuma, y trata de tocar el fondo pero hay algo ahí que es muy doloroso, por lo que siempre vuelve para arriba y se genera ficciones para poder seguir adelante. Entonces, siempre fue cómo retratar estas contradicciones internas en un personaje que quiere la profundidad pero, a su vez, se mantiene mucho tiempo en la superficialidad, y también abordar las máscaras que se va armando a lo largo de la vida para poder sobrevivir, hasta que a los 50 años ya no le sirven y se le empiezan a derrumbar. Al estar en esta constante búsqueda, Santiago nunca puede conectar realmente con otros, ni con el mismo, y por su comportamiento cada vez va teniendo más consecuencias en los demás.

Para mí Errante Corazón trata el deseo y el dolor de vivir y de amar, de como un personaje puede llegar a vincularse con lo que realmente siente, por más que sea angustia, hay algo de eso en el camino.  También me interesaba el reto de un personaje ultra contradictorio, y siempre estuvo la premisa de que tuviera una gran voluntad y deseo de querer amar y no poder, entonces ver el porqué de esa imposibilidad. Hay algo de esa sensación de vacío, de cómo enfrentarlo y con qué cosas llenarlo. Por último, aparece algo del dolor transmitido de generación en generación, que no se va transformando sino heredando.

¿Cuánto hay de vos en Santiago y en la historia en general?
La película no es autobiográfica pero es sumamente personal, o sea todos los temas que trata me interesan a mí como ser humano, de cómo sanar determinadas heridas, cómo poder entenderse más, cómo querer de buenas maneras, amar a alguien y a sí mismo, cómo llenar un vacío. En ese sentido hay mucho de mí en Santiago, en Laila, en muchos de los personajes y, de alguna manera, en la escritura hay una especie de deseo de entenderse mejor a uno mismo. Casi que no hay separación entre las temáticas de la película y ese momento particular de mi vida.

Por otro lado, me permite a mí mismo hablar de temas dolorosos difíciles, de ponerlos en el afuera para ver si es posible ir entendiendo o sanando algunas cosas, como cuando uno le abre el corazón a alguien esperando ser correspondido, eso puede suceder o no, pero creo que ya en el intento de ponerlo afuera hay algo nuevo que puede suceder, bueno o malo, ya no importa porque los caminos no son rectos, y todo eso que respecta a los resultados de las cosas son relativos,  son intentos, caídas y levantadas, pero con un deseo de acercarse cada vez un poco a uno mismo y a los demás de manera más auténtica. Como cuando alguien perdido grita solo en el medio de un bosque desde las entrañas esperando que haya alguien en algún lugar que escuche ese grito.

A medida que aumentan las expectativas e ilusiones de Santiago, también surgen nuevos golpes, cada vez más duros, ¿de qué manera trabajaste el arco dramático del personaje?
Sí, es como que llega un momento en su vida donde determinados mecanismos que él se había armado ya no funcionan, ni para él ni para los de su alrededor, y esta desconexión que siente consigo mismo, sus emociones y acciones, lo van llevando a una estructura un poco circular, de la repetición. Es como nos pasa a todos, que queremos hacer algo, llegamos hasta donde podemos y después volvemos a caer en determinados comportamientos de antes, no es fácil el camino de ir avanzando. En un punto Santiago se iba enfrentando a situaciones cada vez más limites, hasta que hay algo de la realidad que entra en eventos concretos y, de alguna manera, cambian su realidad y lo ayudan a empezar a conectar de forma más real.

Asimismo, algo muy presente mientras desarrollábamos la película era hacerla sin miedo a hablar de determinadas cosas, donde los personajes dijeran las cuestiones, por más que no fuera realmente lo que estuvieran pensando o sintiendo, como una necesidad de sacar para afuera, de no contener, con riesgos a que eso pueda funcionar, o no.

Por otro lado, en la realización del proyecto yo escribí el guion, pero en distintas etapas hubo colaboradores artísticos, allegados en mi vida, que fueron vitales en el desarrollo y también cruciales para tratar de desenmarañar y ayudar en cómo contar esta historia. Ellos fueron Filip Gsella, María Alché, Sacha Amaral, Martina Juncadella, Paulina Zoboli, Iosi y Franz.

Leonardo Sbaraglia interpreta al protagonista de esta historia, ¿cómo fue el trabajo actor-director?
Para mí, trabajar con Leo  fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Tengo una gran admiración por él y fue una sorpresa hermosa, voy a estar agradecido por siempre que haya aceptado estar en el proyecto y confíe, era como estar trabajando con un amigo. Es un actor que trabaja con la pasión de una persona que recién está empezando y tiene la humildad de los grandes. Hicimos un trabajo de ensayos durante tres semanas, nos juntábamos todos los días muchas horas, ahí estuvo mi amiga Paulina Zoboli ayudando. Sabíamos que teníamos que llegar muy bien preparados al rodaje porque era intenso y tal vez corto en duración para lo que es la película. En los ensayos lo que más trabajamos fue encontrar la energía del personaje, el hablar, el moverse, esa expresión en los ojos, la incomodidad constante que siente, y también fue un proceso de abrirnos como seres humanos, había muchas charlas.

Las únicas cosas que tengo para decir de Leo Sbaraglia son halagos, y también le voy a estar agradecido de por vida por mostrarme con su conducta lo que es la pasión y el amor por lo que uno hace, que eso existe, y que también hay una respuesta a ese vacío con el que muchos estamos lidiando por momentos, así que el trabajo con él excede lo profesional, es de un nivel más sagrado. Asimismo, no hubiera existido la película sin él, que pudo representar y plasmar las sutilezas, desnudarse emocionalmente y mostrar esa vulnerabilidad que transita lugares de empatía pero también patéticos, sin soltar a la gente con su mirada. Hay algo que brilla en la oscuridad del personaje y eso es algo que está dado por el actor.

Tu película anterior, Noche, se estrenó hace casi una década, ¿en qué cuestiones sentís que maduraste a lo largo de estos años y pudiste aplicar en Errante Corazón?
Son procesos muy distintos, no puedo comparar las experiencias. Noche había nacido de una idea como conceptual, iba a ser un corto que después se extendió, no había casi guion, se encaró de manera completamente distinta, es una peli a la que le tengo mucho cariño. Lo que a mí siempre me interesó, apasionó y resonó, tanto en el cine como en la literatura, es cuando los personajes pueden explorar muchas facetas, que cuando uno se mete de fondo, y hay un gran compromiso, puede ser interesante, sin importar el nivel socioeconómico, la sexualidad, el género o la profesión de ese personaje. Mi deseo es seguir creciendo, todavía estoy encontrando mi voz, estoy explorando, pero creo que si algo tengo en claro hoy, no sé mañana (risas), es que quiero hacer películas de personajes con muchas dimensiones y tratar de comprometerme al máximo con sus vidas.

Además, me interesa el cine que te puede tocar en un lugar profundo, que no lo podés nombrar pero que, de alguna manera, te hace sentir menos solo, y a veces eso puede ser transformador, sobre todo en momentos distintos de la vida. Espero ir en ese camino. Busco no tener miedo a explorar cualquiera de los próximos personajes, hay cosas que uno guarda y teme mostrar, pero estoy en esa búsqueda. De a poco estoy tratando de iluminar la oscuridad.

El film tuvo funciones presenciales en el Gaumont y virtuales en HBO Max, ¿qué balance haces del impacto del filme en el público?
Primero, es una emoción muy grande haber podido mostrar la película. Estuvimos trabajando con la producción durante muchos años, nos agarró la pandemia, se terminó en pandemia, hubo muchas dificultades. Entonces, ya el hecho de que la peli haya salido por HBO Max, en el Gaumont, es decir, ok el ciclo, más allá de que guste o no, salió a la luz. Cuando se estrenó quedamos sorprendidos, en el buen sentido, por cómo resuena la historia de Santiago y de Laila en mucha gente, y eso me emociona porque era el deseo de hacer este filme, muy desde adentro, es más de estados. Recibimos mensajes muy sentidos que son caricias en el alma. Es lo que uno quiere cuando hace algo, que llegue a tocar a alguien, por más de que no guste la película entera, quizás puede ser una escena, una frase.

Y no quiero dejar de agradecer al equipo de gente hermoso con el que hicimos Errante Corazón, que fue con mucho esfuerzo, voluntad, amor y dedicación por parte de todos. Estar en ese rodaje era como estar en una burbuja muy intensa de todos tirando para el mismo lado.

En cuanto a tu futuro en el mundo audiovisual, ¿estás trabajando en algún otro proyecto o tenés alguna idea desarrollada en mente?
Tengo varias ideas pero en este momento estamos trabajando con Martina Juncadella en un guion de un largometraje que es una historia de amor entre dos chicos jóvenes, que tiene toques musicales, y estamos muy contentos, terminando el tratamiento y arrancando con el guion en sí. También estamos empezando a desarrollar un drama intimista de dos mujeres con el dramaturgo teatral Mariano Tenconi Blanco. Son dos proyectos que quiero mucho y que están ahí gestándose, aparte de algunas ideas más.

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