El productor y realizador platense presenta su segunda película

Manuel Ferrari suelta a un Esteban Menis en crisis en medio de Valparaíso en "De la noche a la mañana"

“Yo tenía una idea de cómo quería que se vea y se oiga la película, y para mí era importante la actuación de Esteban, por eso estuve muy atento a él para que además pueda respetar marcaciones y cuestiones técnicas”, dice en exclusiva a EscribiendoCine.

Manuel Ferrari suelta a un Esteban Menis en crisis en medio de Valparaíso en "De la noche a la mañana"
Manuel Ferrari
Manuel Ferrari
miércoles 21 de abril de 2021

Con Las Credenciales (2020), su nuevo corto, circulando por festivales de cine, Manuel Ferrari estrena finalmente en salas (excepto AMBA) De la noche a la mañana (2019), que cuenta la historia de Ignacio Roma (Menis) un arquitecto en crisis que viaja a Chile y se descubre aún más inestable que siempre.

¿Expectativas con el estreno, porque estuviste mucho tiempo esperando?
Me da miedo utilizar verbos garantizando el estreno, es un poco lo mismo que sentimos todo el tiempo, la falta de precisiones y certezas, y acompañando esto que es una película que cuando la hicimos nunca imaginamos esta situación extraordinaria, más allá que siempre es complicado en el país la realización y exhibición, pero es como un alivio, es cerrar un proceso muy largo, más en películas como esta, que para mí es gigante, pero para otros puede ser pequeña. La película tuvo proyecciones en Mar del Plata y Miami, luego hizo recorrido por festivales online y acá estamos, con ganas de escuchar en la sala, risas y comentarios.

Y además vos ya tenés otro corto, Las Credenciales,  que presentaste en Mar del Plata y en breve en el 10 FICIC…
Sí, y ese corto no vio nunca una sala o nadie lo vio en una sala, son experiencias muy novedosas, y de hecho De la noche a la mañana llega ahora a salas y el 22 de mayo estará en Amazon Prime y Claro Video, dando un poco continuidad a la campaña que hicimos y accesibilidad.

Sin saber la realidad que vivimos la película puede responder a las sensaciones que tenemos muchos ahora con el encierro pandémico, el protagonista sale de un encierro propio y se lanza a la aventura sin saber qué le pasará del otro lado de la cordillera…

Y agrego que además es un poco hipocondríaco el personaje, y la película tiene algo lindo que es que transcurre en otro país y que tiene que ver mucho con el arrojo, sin dudas, y a la vez los miedos, que creo que son dos cosas que experimentamos minuto a minuto. En aquel momento los miedos del personaje tenían que ver con los temblores, que no podemos prever, algo similar al virus, pero por suerte no se contagian los terremotos.

¿Fue complicado salir de Argentina para rodar en otro país? Las imágenes que vemos de Valparaíso son distintas…
Había algo de la clave espacial, más allá que todas las películas filman o transcurren en un espacio, las cosas que he hecho, tienen un punto de partida, la primera que participé era un proyecto colectivo A propósito de Buenos Aires, y desde ahí siempre puse al espacio en el mismo lugar que los personajes, lo hice en Las expansiones y también en Cómo estar muerto, y así sucesivamente. Acá me interesaba de Valparaíso, ciudad de la que me enamoré profundamente, con el carácter de haber sido la capital neurálgica de Chile y uno de los puertos más importantes del mundo, y a la vez ya no ser nada de eso, y tampoco mostrar el emplazamiento sobre sus montañas frente al mar, que tiene algo de impactante, y tampoco quedarme con esa cuestión de registro turístico, sino ofrecerle al personaje, que es un arquitecto, atravesar ese laberinto tras enterarse que su novia está embarazada.  Quería que fuera un país cercano, no había definido dónde, pero me pareció que Chile, si bien somos limítrofes, tenemos diferencias, de idiosincrasia, y a veces Chile se transforma en ejemplo de algo, también lo es recientemente Uruguay, de lo mejor y de lo peor, y Chile es un país que si bien hablamos el mismo idioma estamos en tensión constante.

¿Escribieron la película imaginando que Esteban sea el protagonista? ¿Cómo fue el trabajo con él?
Tardamos mucho en lograr conseguir los fondos, y fui escribiendo con la distancia que aún no estaba concreta la idea de rodar, pero cuando activamos, quedaban dos meses para rodar y le dije al productor que tenía que terminar de escribir con cosas más concretas y espacios reales y me fui a Valparaíso, en paralelo comenzamos un casting, y de entrada dije de probar a Menis, y fue una ocurrencia mía más de verlo en las redes, él además es director y productor y eso me daba una certeza de tener un diálogo con él sin tener que dar precisiones actorales, y de hecho él no hizo su “personaje”, sino que se abocó a Ignacio Roma con cuestiones incorporadas pero sin hacer un humor explícito, sino un humor de lo mínimo bajando la intensidad al mínimo posible. Tanto él como Manuela Martelli, que es también directora, colaboraron mucho con el guion. Eso me fue dando ciertas garantías de hablar con gente que estábamos a la par, lo que no implica que no pueda trabajar con actores que no sean directores, pero acá era clave por el poco tiempo que había para darle cuerpo a todo. En ese contexto se sumó Gabriel Medina para darle una especie de cierre con un humor que comparto mucho de sus películas, algo más de lo cotidiano, de las situaciones del patetismo.

Algo no frecuente en nuestro cine, porque la comedia se identifica con otra cosa…
Sí, y en este caso, es una propuesta más clásica centrada en el personaje, a diferencia de mis propuestas anteriores que eran más experimentales. Y esto, contado en clave dramática, sería otra cosa. No hay muchos casos locales de comedia de este tipo, sí, un gran actor que supo capitalizar esto es Daniel Hendler, que es una comedia en sí mismo, representando al antihéroe, algo identificable en la nueva comedia americana, loosers cuestionando la cotidianeidad, y me pasó que escuchaba las risas en la sala me dio cierta tranquilidad, porque estaba el miedo porque el personaje es un poco pesado, generando cierta angustia e impulsando la idea que él vuelva a Buenos Aires, porque está perdiéndose. Es un viaje, en un país extraño, pero a la vez un viaje interno.

¿Cómo armaste al equipo técnico?
Salvo el fotógrafo, el camarógrafo, el sonidista y el foquista y yo, todo el resto del equipo es chileno, claro que en la escena de Buenos Aires no. Yo tenía una idea de cómo quería que se vea y se oiga la película, y para mí era importante la actuación de Esteban, por eso estuve muy atento a él para que además pueda respetar marcaciones y cuestiones técnicas, y la gran decisión mía fue trabajar con pocos cortes, no me atrevería a decir planos secuencias, pero sí escenas en las que yo podría coordinar en ese momento para que todo se equilibrara, eso fue lo que me permitió tener control del asunto a pesar que realmente eran muchas páginas de guion y eso nos hizo correr mucho. Creo que eso también le da cierta frescura, con improvisación de determinadas cuestiones.

¿Sos de los de la idea del guion de hierro, o siempre supiste que se podía relajar eso en el set?
Es la primera vez que tenía un guion así y lo utilicé de base para contar el asunto, de hecho hay escenas improvisadas sobre la marcha, diálogos que me parecían interesante que se dieran de manera natural y que cuajaban mejor que lo que estaba escrito en el guion y hay algo en el montaje que también uno luego puede incorporar, excepto cosas muy puntuales donde tal vez hacía hincapié para quedaran en claro.

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