Antología del horror

El juego de las 100 velas

La nueva película de género dirigida coralmente bajo producción de Nicolás Onetti, El juego de las 100 velas (2020), funciona de manera correcta como una antología del horror universal, el que, en el último tiempo, ha sido superado en demasía por la realidad.

El juego de las 100 velas
miércoles 06 de enero de 2021
En El juego de las 100 velas, si bien habrá una trama que unifique todos los episodios presentados, un secreto constituirá el impulso para que la narración crezca hacia un desenlace inesperado y homogenice los vaivenes de cada uno de los segmentos.Un grupo de jóvenes, entre los que se destacan Magui Bravi, Clara Kovacic y Agustin Olcic, se animan a jugar al peligroso juego de la vela que da nombre al film, un entretenimiento mortal, en el que, contarán historias espeluznantes casi en penumbras y si alguno de ellos dejara la partida, convertirá la ronda en una sentencia de muerte para el resto de los participantes.Cada una de esas historias orales son llevadas a la acción a partir de la dirección de talentos de todo el mundo, algunos con más experiencia en el género que otros, apostando a recrear los relatos de Guillermo Lockhart y Mauro Croche que se adentran en diferentes maneras del horror contemporáneo, que, en algunas oportunidades, nada tiene que ver con el susto tradicional.Violencia de género, misoginia, abusos, fantasmas del pasado, venganzas, despechos, sólo algunos de los tópicos que atraviesan cada una de las partes, las que, en algunos casos funcionan por sí solas, y, en otros, como continuidad de la gran historia que se comienza a tejer a partir de ciertos índices que se van depositando en la anfitriona (Magui Bravi) y sus indicaciones.Tal vez el inconveniente, como suele acontecer con films de estructura coral, es la diferencia de tonos y formas, las que, desde las propias restricciones que impone el guion, resienten la fluidez de algunos episodios o “estancan” el dinamismo logrado en la totalidad dramática.Es así como algunos segmentos funcionan más que otros, potenciando aquellos que se presentan de una manera contundente, como ese “encierro” mortal de una joven con la única posibilidad de comunicarse al exterior a través de whatsapp, y otros más trillados como ese que recuerda a La habitación (2015), por mencionar solo dos de los muchos relatos a la luz de la vela.Aún con esos altibajos, y con la forzada y leída pronunciación en inglés de los actores locales, El juego de las 100 velas es un ejercicio aceitado de género que potencia sus relatos individuales gracias al talento de cada realizador, el que, en vez de perder su firma, la imprime con valentía para que, en la diferencia, el in crescendo, la tensión y el fuera de campo sirvan como preámbulo de un terrorífico desenlace.
6.0
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