Crítica de “Raymond & Ray” un viaje tragicómico con Ethan Hawke y Ewan McGregor

Películas sobre la pesada herencia de padres a hijos hay muchas y con múltiples abordajes, pero Rodrigo Garcia encuentra una vertiente ingeniosa al cargar de pequeñas dosis de humor negro su argumento.

Raymond (Ewan McGregor) y Ray (Ethan Hawke) son dos hermanastros opuestos en carácter y actitud frente a la vida. Sin embargo los une un enemigo en común: su padre. Cuando el hombre muere ambos se reencuentran para despedirlo y todos los traumas del pasado afloran en el sepelio.

El viaje al cementerio le da un formato de road movie al film, lugar en el que deben cumplir el último mandato de su padre: hacer ellos mismos el pozo en la tierra para enterrar el ataúd. ¿Pero por qué hacerlo si el hombre nunca se enterará? La presencia en ausencia de la figura paterna, aún digitando desde el más allá la vida de sus hijos, es el quid de la cuestión. Raymond y Ray deben matar simbólicamente al hombre que acaba de dejar este mundo.

Estamos ante un film de personajes en donde todo pasa por las interpretaciones de los actores protagonistas. Ethan Hawke y Ewan McGregor hacen un trabajo magnífico, dándole matices a sus papeles. Desde su particular punto de vista entendemos sus dolores y sus anhelos. Conocemos desde la óptica de uno el drama del otro y viceversa, mientras observamos sus catarsis frente a la tumba del difunto padre.

Pero Raymond & Ray (2022) se destaca por su humor negro. “Me gusta observar el circo de la vida” dice el personaje de la española Marivel Verdu, última pareja del padre que se sienta a comer un sándwich bajo un árbol mientras los hermanastros hacen el pozo. Ese circo marca el tono del film, por momentos llevado al ridículo para descomprimir el drama. Aunque también, este recurso funciona como una satírica vuelta de tuerca a los dramas familiares y los rituales protocolares sin sentido. El sin sentido de la vida expresado con humor, para sobrellevar las tragedias humanas y disfrutar de este modo, del viaje de la vida.