Crítica de “Maestro”, biopic del legendario Leonard Bernstein desde la perspectiva de su mujer

Estrenada en el festival de Venecia, Maestro (2023) narra la historia del compositor y director de orquesta Leonard Bernstein, quien fuera el primer director de orquesta nacido en los Estados Unidos que obtuvo fama mundial, célebre por haber dirigido la Orquesta Filarmónica de Nueva York en sus Conciertos para jóvenes. Como en toda biopic asistimos al ascenso profesional del protagonista y, paralelamente, a los vaivenes emocionales de su vida privada.

La historia está contada de manera ingeniosa desde su relación con su mujer Felicia Montealegre (Carey Mulligan), una actriz chilena-costarricense con quien se casó y tuvo tres hijos. Pero Bernstein tuvo vínculos tanto con mujeres como con hombres, relaciones que mantuvo ocultas a los ojos de su familia y de su vida pública. Sus amoríos secretos son trabajados por la película de Cooper como una búsqueda de identidad permanente.

Producida por Martin Scorsese, Steven Spielberg y Todd Phillips, además del propio Cooper, quien también escribió el guión junto con Josh Singer, Maestro tiene su punto fuerte en su puesta en escena sinfónica. Una propuesta visual que sigue el ritmo de las melodías del propio Bernstein. Fastuosos planos secuencias recorren los espacios al ritmo de la música, una imagen que pasa del color al blanco y negro, alegres y catárquicos episodios de baile se contraponen con otros en donde la cámara reposa en un ángulo no convencional para crear una puesta en escena sostenida por un único plano.

En paralelo a esta gran decisión formal, tenemos una historia de superación, anhelos y frustraciones que transita lugares comunes del melodrama familiar para apelar a la emoción del espectador. Un género desarrollado con éxito por Cooper en Nace una estrella (A Star is born, 2018), su ópera prima, en la cual también trabaja el vínculo romántico de una pareja ligada a la música. 

Mucho se ha dicho de la prótesis de nariz en el rostro de Bradley Cooper para lograr un parecido idéntico a Bernstein que le termina jugando en contra. Una búsqueda de mímesis que además le quita expresividad al rostro del actor. En ese aspecto resulta más efectivo el trabajo de Carey Mulligan, al transmitir con sus ojos y pequeños gestos las alegrías y tristezas de su compañera. Ambas actuaciones con altas chances en la temporada de premios.

Maestro es, ante todo, una historia de amor, o mejor dicho, de reencuentro del amor de una pareja conformada, que supo transitar la fama y el dolor desde la contención y el afecto.