25 BAFICI - Competencia Argentina
Crítica de "Barcos y Catedrales": Nicolás Aráoz navega en los abismos del corazón humano
El cine a menudo se convierte en un reflejo de la vida misma, una ventana a la complejidad de nuestras experiencias y emociones. En este sentido, "Barcos y Catedrales" (2024), que toma su nombre de una antología poética de Inés Aráoz, madre del director tucumano Nicolás Aráoz, se erige como un viaje íntimo hacia la esencia misma del ser humano.
En el corazón de los paisajes rurales de Tucumán, Aráoz nos invita a adentrarnos en la vida de Antonio, un hombre de 65 años y ingeniero, que se encuentra en un punto de inflexión tras la reciente pérdida de su padre, con quien no compartía una relación fácil. Interpretado por Oscar Németh, Antonio se ve inmerso en un viaje emocional de autodescubrimiento y redención, marcado por encuentros fortuitos y la aparición de Natalia, encarnada por Natalia Pelayo, quien se convierte en el catalizador de su transformación.
Lo que diferencia a Barcos y Catedrales de otras producciones contemporáneas es su capacidad para capturar la autenticidad de la vida rural. Aráoz logra sumergir al espectador en una narrativa poética que va más allá de la trama superficial, explorando las complejidades del amor, la pérdida, la reconciliación, las masculinidades y la búsqueda de propósito en la cotidianidad.
La película no solo ofrece un retrato vívido de la vida rural argentina, sino que también se sumerge en una reflexión profunda sobre la propia existencia. Aráoz habilmente entrelaza las dinámicas políticas locales, los lazos familiares y las perspectivas de los lugareños, creando así un tapiz narrativo rico en matices y profundidad. Destacar las actuaciones de Németh y Pelayo se vuelve esencial, ya que son ellas las que guían al espectador en un viaje de introspección y transformación personal
En su debut como director, Aráoz demuestra una habilidad innata para contar historias con una sensibilidad única. Su enfoque visualmente poético nos transporta a un mundo donde los barcos y las catedrales son metáforas de los sueños, las esperanzas y los anhelos más profundos del ser humano. Cada fotograma está cuidadosamente compuesto y cada diálogo cargado de significado, creando una experiencia que trasciende las palabras.
