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Crítica de "Sobre todo de noche", Víctor Iriarte y un híbrido sobre el amor, la pérdida y la búsqueda
"Sobre todo de noche" (2023), de Víctor Iriarte, desafía audazmente las normas del género, ofreciendo una experiencia fílmica compleja y conmovedora. La película se desenvuelve en un entrelazado de géneros que va más allá de las etiquetas tradicionales, sumergiéndose en una narrativa que explora la conexión entre dos madres, marcadas por un oscuro capítulo de la historia española.
La trama, que se inicia con la historia de Vera (Lola Dueñas), una madre que ha pasado toda su vida buscando al hijo que dio en adopción, y Cora (Ana Torrent), la madre adoptiva que desconoce la conexión biológica, se desarrolla en Portugal, en la casa de la infancia de Vera, a orillas del Duero. Este escenario se convierte en el telón de fondo de un emotivo reencuentro entre las dos madres y su hijo, desencadenando una travesía de pérdida, búsqueda y encuentro.
La película se estructura en cuatro capítulos, presentados como un cruce epistolar filmado, revelando los pensamientos más íntimos de los personajes a través de voces en off. Los dos primeros y el último capítulo se presentan como cartas de amor entre las dos madres, permitiendo al espectador sumergirse en los mundos internos de las protagonistas, explorando sus inquietudes, soledades, deseos y miedos de manera genuina. El tercero, que marca el reencuentro familiar, transforma la película en un viaje emocional de dimensiones épicas, evocando una sensación de aventura y fantasía.
La dirección de Víctor Iriarte se destaca por su sencillez, precisión y sensibilidad. La narrativa prescinde de artificios superfluos, utilizando elementos visuales, estéticos, textuales y sonoros con inteligencia para expresar el alma de la historia. Los encuadres, las localizaciones, las luces y las músicas se convierten en herramientas que amplifican la riqueza emocional de la trama.
El elenco, encabezado por las talentosas Lola Dueñas y Ana Torrent, ofrece interpretaciones que infunden verdad y humanidad a sus personajes, contribuyendo a hacer de Sobre todo de noche una experiencia bellamente nostálgica. Más que una simple película, se erige como una carta de amor maternofilial y una elocuente reivindicación de la importancia vital de contar historias.
Sobre todo de noche desafía con elegancia las categorizaciones convencionales, fusionando géneros para ofrecer una experiencia rica y emocional. Su inteligente mezcla de drama íntimo, cine negro, película de aventuras y fantasmas, junto con la narrativa confesional, la posiciona como una propuesta única.
