Crítica de "Saint Omer", Alice Diop y la cuestión de la responsabilidad

La trama sigue a Rama (Kayije Kagame), una escritora que llega a Saint-Omer con el propósito de escribir un libro sobre el juicio de Laurence Coly (Guslagie Malanda), acusada de la muerte de su hija de 15 meses tras abandonarla en la playa de Berck. A medida que el proceso judicial avanza, la narrativa revela con meticulosidad la personalidad y el camino de Laurence, explorando la marginación social, su creciente invisibilidad, y las complejas interacciones entre sus mentiras y verdades.

La película aborda con singularidad y agudeza este impactante tema basado en hechos reales, profundizando en la complejidad de la condición humana y explorando la cuestión de la identidad negra en la sociedad francesa. Sin embargo, la película trasciende estos aspectos temáticos al tejer un intrincado tapiz de conexiones entre madres e hijas, examinando la responsabilidad individual y la influencia de la sociedad en el destino de sus personajes. Destacan las actuaciones de Guslagie Malanda y Kayije Kagame, quienes dan vida a personajes con dimensiones profundas y ambiguas.

Saint Omer se presenta como una obra abierta a múltiples interpretaciones, utilizando hábilmente tanto la exposición directa como la insinuación, desafiando al espectador a adentrarse en su densidad subyacente. La narrativa, que maneja con elegancia la distancia, los prejuicios y las percepciones que rodean el crimen en cuestión, otorga potencia a una película que se siente imperiosa y críptica, en perfecta sintonía con su atormentado personaje principal.

Diop, en su ópera prima de ficción, desafía al espectador a reflexionar sobre la complejidad inherente a la naturaleza humana, la responsabilidad individual y las sombras que acechan en los rincones más oscuros de la sociedad.