Nuevo trabajo del director de "El túnel de los huesos" y "Contrasangre"

Nacho Garassino y el documental “OIANT, Música para un futuro ancestral”

Se trata de un film sobre la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías, fundada por Alejandro Iglesias Rossi y Susana Ferreres en 2004.

Nacho Garassino y el documental “OIANT, Música para un futuro ancestral”
martes 14 de junio de 2022

El quinto largometraje de Garassino registra a la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías (OIANT), un proyecto de realización e investigación que trasciende lo meramente musical – o al menos como lo entendemos habitualmente-. Es una orquesta que trabaja con una cosmovisión propia y dinámica, que enlaza y profundiza cuestiones filosóficas y distintas disciplinas como, por ejemplo, la reconstrucción de instrumentos y trajes precolombinos, las artes marciales asiáticas, los rituales ancestrales y el vínculo entre las distintas culturas del mundo en distintos tiempos, entre otros aspectos que implican, además, una dimensión política.

Nacho Garassino conoció a OIANT cuando buscaba la música original para su primera ficción El túnel de los huesos (2011). A partir de ahí, comenzó una relación de ricos intercambios artísticos con quienes, se dio cuenta el cineasta, tenían muchas cosas en común y mucho que aprender.

En esta nota, Nacho nos cuenta un poco sobre la experiencia de documentar a OIANT; el ida y vuelta creativo de los distintos lenguajes que entran en juego, las preguntas y los desafíos estéticos, técnicos y narrativos que surgieron y la semilla a futuro que deja esta película, en la que también participaron Adolfo Pérez Esquivel, Boaventura De Sousa Santos, Carlos Núñez, Charo Bogarín y Juan Palomino.

Se nota que trabajaron con muchos registros de la OIANT en distintos momentos, lugares, puntos de vista e incluso con distintas tecnologías. ¿Cómo pensaron este aspecto dentro del film?
Fue una de las preguntas nodales. Teníamos registros nuestros y también del pasado de ellos que eran muy valiosos. Lo que hicimos fue ubicar un punto central, que fue el viaje a Perú en 2019, a Cusco especialmente. A partir de ahí, por afinidades poéticas y visuales, buscamos los puntos de inflexión que nos permitieran los flashbacks de los materiales de archivos tan diverso. Lo que le dio un criterio de unidad fue el trabajo de postproducción de imagen que hicimos con Claudio y Lucila Kesselman, genios de la actividad, donde el criterio era, sin disimular que los materiales eran diversos, buscar y potenciar las virtudes de cada uno en el marco de un criterio de unidad general. Como un collage que tiene una coherencia propia. Por ejemplo, las imágenes de Sahara, tomadas con una cámara analógica en los 90, fueron registradas con lentes maravillosas. Esto también se ve con el tema final de la banda, muy representativo, hay una unidad estético-narrativa, pero también los fragmentos conservan su particularidad, incluso en el audio.   

Hay algo propio del trabajo de la orquesta que tiene que ver con la diversidad de campos de acción que maneja: música, investigación, filosofía, artes marciales, etc. Incluso aspectos que quizás no están especialmente registrados como puede ser la convivencia. ¿Cómo elegiste un foco funcional dentro del film?
Yo quería que la película tocara bastantes aspectos. Uno era mostrar la obra de ellos que, por supuesto, es mucho más basta. Esto es como la punta de un iceberg. Después también hay una profundización filosófica y cómo los distintos miembros, depende del tiempo que están, dedican de forma parcial o total a la orquesta. Hay distintas escalas, por ejemplo, hay músicos de la orquesta que son doctores en filosofía, uno se puede acercar a la orquesta de distintas maneras. Yo decidí centrarme en los que son los miembros permanentes, que son los entrevistados y fueron los que yo vi durante todos estos años, que los seguí y fui viendo su evolución personal, musical, espiritual y política. Eso al mismo tiempo va generando un lazo personal y ese encares, de alguna manera, iba cambiando. Al principio uno se acerca como desde afuera para hacer un documental, después son amigos en donde uno va compartiendo otras cosas, como se ve en Madryn, pero después termino diciendo que soy un compañero de ellos. Si bien no soy miembro de la orquesta y mi entrega no es tan con la música, sí tengo esa misma entrega con el caso del cine. Ya al final éramos miembros de una hermandan. Por supuesto que no quita que hubo discusiones de poner o sacar tal o cual cosa de la película, porque de alguna manera es una obra colectiva que yo termino dirigiendo. El espíritu de la orquesta fue influenciando el espíritu del documental. 

Vos apareces de forma particular dentro del film. ¿Qué cambios hubo en vos durante el proceso de creación del documental?
Claro, todos estos años al lado de esta gente tan especial y creativa, ha sido un cambio para mí también. Fue en el intercambio, un idea y vuelta.  Para mí ha sido un acercamiento muy profundo que te lleva a cuestionarte y reflexionar sobre la posesión como artista, como latinoamericano, como ser político. Hay un momento que Juan Pablo va caminando por Cusco y en un momento habla de los intelectuales precolombinos y esa concepción de que el chamán con la maraca cura, baila, hace música, sana y también hace política y también mientras, con eso, conecta con la naturaleza. Yo sigo aprendiendo, no ha terminado. Por mi parte, desde lo audiovisual, también espero haber dejado un conocimiento en ellos. Por que son muy abiertos. Muy rigurosos también. Ellos combinan de forma muy abierta y muy bien la rigurosidad, los ensayos durísimos, etc.; con la libertad. Paradójicamente la libertad, en OIANT, se logra con mucho rigor y ese es un debate interesantísimo que a mí también me modificó. 

No hay que olvidarse que detrás de OIANT hay instituciones como la UNTREF o incluso aquellos premios que los han legitimado, como las distinciones de la UNESCO al director o la lectura de John Cage. ¿Cómo encontrar tu propia voz frente a estos relatos ya institucionalizados sobre los músicos?
Es interesante porque cuando yo empecé a hacer este trabajo no sabía nada de eso. Cuando ellos hicieron la música de mi película El túnel de los huesos, me quedé hablando con ellos, en el ensayo, sobre el tema de los muertos y cómo esas cosas no estaban sepultadas, y ellos justo habían hecho un ritual sobre una machi. Nunca me dijeron nada de lo anterior, sobre todo en relación con los premios, etc. Comenzó como una afinidad, un trabajo en común y, de casualidad, me encuentro con uno de ellos en un avión y nos pusimos a hablar y nos damos cuenta de que teníamos muchas más cosas en común en relación a lo artístico, a lo estético y lo político. También me sorprendió que acá mismo supiéramos tan poco de su trabajo. 

Aparte del estreno de este jueves ¿Qué recorrido le espera a OIANT, Música para un futuro ancestral?
Para nosotros, este estreno, en la Sala Leonardo Favio del Cine Gaumont, es un honor, más todavía para 16 de junio que es una fecha muy importante para nosotros, de triste memoria, que remite a los bombardeos en la plaza de Perón. También comienza un fin de semana de conmemoraciones a héroes patrios como los generales Arias, Güemes y Belgrano y, para los que le damos importancia a la historia, estas son fechas muy cargadas y eso es muy importante. Asimismo, pensamos en un largo recorrido en tiempo y espacio para la película. Ahora por ejemplo tenemos una propuesta de Nepal. Porque nosotros pensamos esta película para lugares muy variados, queremos que se difunda para que genere experiencias similares, no imitativas, si parecidas, en distintos lugares del mundo. Nos parece importante esta idea de crear un mundo donde el artista esté integrado al mundo y no es una máquina que sale de una factoría. Sino un ser consciente que construye su instrumento, que piensa en lo que hace y que, al fabricar su instrumento, reflexiona sobre sí mismo. Me parece una cosa hermosa que queremos dar a conocer planetariamente. La vamos a defender y promover donde sea.

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