Maxi Gutiérrez detrás del circo de la realidad

La filmografía del cineasta Maxi Gutiérrez incluye largometrajes de ficción como El Vagoneta en el Mundo del Cine (2012) y Tokio (2015) y, en esta oportunidad, se suma La Panelista (2021), que debuta en salas el jueves 5 de agosto. La película sigue a Marcela Robledo (Florencia Peña), panelista de un reconocido programa de chimentos, que descubre una noticia que puede cambiar tanto su vida como la historia de la televisión, desenmascarando la doble vida de un querido y respetado galán. La pregunta es: ¿Hasta dónde llegará Marcela con tal de no perder la fama y el éxito alcanzados?

La película podría considerarse una tragicomedia, ¿cuál es el origen de esta historia que reúne elementos de la comedia y del thriller?
Si fuera una obra de teatral, definitivamente sería una tragicomedia, ya que la historia narra la tragedia de una persona en un mundo colorido y medio gracioso, cómo es el mundo de la tele y sus excesos a la hora de la competir y perdurar. La historia se origina en la idea de aportar una mirada cinematográfica al mundo de la tele y sus urgencias. 

El guion lo realizaste junto a Gonzalo Salaya, Azul Lombardía y Jorge Maestro, ¿cómo encararon el trabajo grupal respecto a la escritura?
Recuerdo el día que arrancamos a escribirla. Nos juntamos en Tronera, la casa productora que produjo la peli, y charlamos horas sobre la idea. Todos estábamos entusiasmados con la idea de meternos en ese mundo. Si bien todos los autores recorrimos el teatro, el cine, las series web y la publicidad, para los cuatro el mundo de la tele nos movilizaba mucho. Es que la tele tiene un encanto único, que sólo lo reconocés si lo viviste desde adentro, y eso nos pasaba. Eran reuniones muy graciosas, en las que disfrutábamos de la creación de los personajes y de las diferentes peripecias. Fueron varios meses que intercambiamos ideas y propuestas que terminaron por formar la primera versión del guion.       

En nuestra televisión hay varios programas de chimentos de gran popularidad, en los que no solo está presente quien conduce, también se destacan los panelistas, ¿qué cuestiones tuviste en cuenta a la hora de trasladar a la pantalla grande tanto el formato televisivo como el rol de los panelistas?
Trabajamos mucho en la verosimilitud del “Universo TV”, tratando de usar de manera natural muchas de sus convenciones para meter rápidamente al espectador en la historia sin que el contexto moleste o llame la atención por demás. La idea era no tentarse en describir lo que ya todos conocemos, evitando detener la acción y aplacar la urgencia de la trama. Respecto al rol de los panelistas, siempre he tenido gran curiosidad por el oficio de crear noticias a partir de una opinión, mucho más si es equívoca o infundada, pero, además de eso, es un rol que todos hacemos de una manera u otra, y en distintos contextos. En los últimos años el panelismo se ha convertido en una tendencia en los medios a fuerza de carisma y audacia y, evidentemente, no pasó desapercibido en mi vida.     

Si bien Marcela Robledo es la protagonista del relato, se vincula con diversos personajes, cuyas acciones e ideas repercuten en su vida, ¿qué directivas/premisas transmitiste al elenco a la hora de interpretar sus papeles?
Todos afinamos en las notas “urgente” e “importante”. Cada uno de los personajes que forman parte de la historia creen que todo lo que les ocurre es de una importancia extrema, y esa importancia está directamente relacionada con la adrenalina que les provoca el vértigo de ser noticia, ser reconocido, tener fama, poder o rating.   

El oficio se actualiza constantemente ¿qué preguntas te hiciste, y qué respuestas obtuviste, como cineasta a partir de la realización de este largometraje?
Durante la última peli que rodé, juré que sólo filmaría mundos que sean muy conocidos para mí. Tratar de no tocar de oído. Recuerdo que durante el rodaje de Tokio (con Graciela Borges y Luis Brandoni) hubo un momento en el que Luis, que es un actor muy potente, de mucha personalidad, me cuestionó una marca de actuación con total criterio. Me hizo ver que lo que le pedía era caprichoso y forzado. Era una escena que pretendía contar romanticismo entre la Borges y Brandoni, a partir de una lluvia controlada en una cañada de Córdoba. Hacía cinco grados y eran las dos de la mañana, tanto en la ficción como en el rodaje. Antes de tirar el agua y hacer correr la cámara, Luis me llamó y me dijo: 'vos no tenés idea de lo que estás haciendo: para un señor como el que estoy componiendo mojarse en un puente a las dos de la mañana no tiene nada de romántico'. Más allá de lo divertido del comentario y de las risas de los técnicos, me quedé masticando ese concepto y me hice ese juramento. La TV es un mundo muy reconocido para mí, inmediatamente después de terminar la universidad comencé a trabajar en la tele y vi todo desde adentro.    

¿Cuáles son tus expectativas para el estreno del filme en la pantalla grande?
A veces las expectativas son muy crueles y un arma de doble filo. Prefiero no imaginarme nada. La peli ya es de la gente que la vea, y es imposible de conformarlos a todos ya que cada de uno de ellos tiene sus propias expectativas sobre ella. Las mías se cumplieron a la hora de filmar junto a gente tan talentosa, pegar el último plano, verla con el editor (mi querido amigo Agustín Rolandelli) y comprobar que no nos dormimos antes de que se termine.

En cuanto a tu futuro en el mundo audiovisual ¿estás trabajando en algún otro proyecto o tenés alguna idea desarrollada en mente?
Estoy trabajando dos ideas que me tienen muy entusiasmado, por suerte ambas ya han salido de mi mente y se han transformado en guiones. Ambas repitan la fórmula de La Panelista en cuanto al tono del que hablamos al principio: la tragicomedia. Definitivamente es un género en el que me muevo con mucha naturalidad y confianza.