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Crítica de “(upa!) una pandemia argentina”, de Santiago Giralt, Tamae Garateguy y Camila Toker

La tercera parte del universo cinematográfico que parodia al cine independiente argentino, consuma la saga en medio de la pandemia.

Crítica de “(upa!) una pandemia argentina”, de Santiago Giralt, Tamae Garateguy y Camila Toker
jueves 18 de marzo de 2021

Tres directores, tres personajes, tres películas. La tríada perfecta continúa, y lejos de cerrar el círculo lo abre y multiplica, como las posibilidades de representar a Eva Perón en multiverso. Porque la pandemia trajo angustias, frustraciones y proyectos truncos: el no viaje a Los Ángeles de Fernando (Santiago Giralt), Ailén (Tamae Garateguy) y Nina (Camila Toker). Pero el cine independiente argentino sabe de proyectos inconclusos y aún así sigue soñando.

La tormenta de ideas deriva en un denominador común del cine argentino de los últimos tiempos: filmar una nueva versión del peronismo. El proyecto obliga a una multiplicidad de entrevistas virtuales a modo de preproducción, que conforma la primera -y un poco extensa- parte de la película (dividida en dos, Lado A y Lado B). Aparecen Axel Kuschevatzky, Juan Minujín, Martín Slipak, Marina Glezer, Querelle Delage, Martina Garello, Hernán Guerschuny, Ariel Winograd, entre otros. Cada uno auto parodiándose con las ínfulas del estrellato.

La segunda parte es el rodaje frágil y accidentado, como en Upa!, una película argentina (2007) y Upa 2, el regreso (2015), donde todo lo que puede salir mal, sale mal. Terminan filmando una serie web de zombis por encargo, cuentan con bajísimo presupuesto y la amistad entre ellos se resquebraja por sus egos insoportables e inestabilidad emocional. Pero son esos personajes, por momentos miserables, los que llegan a otra dimensión en (upa!) una pandemia argentina (2021). Logran ser queribles, entrañables y fortalecerse como personajes de ficción, ya no como estereotipo a parodiar sino como seres de carne y hueso, con sus fisuras y alegrías, sus debilidades y encantos.

Estos personajes así como los diversos temas que surgen abren el juego de posibilidades. Ya no vemos una nueva “UPA” sino a Fernando, Ailén y Nina en acción. Y queremos, como en una serie, verlos en diferentes situaciones y saber cómo reaccionarían ante ellas. Esto le da a la saga la posibilidad de expandirse al infinito, y marca un quiebre (como la pandemia en la vida de todos) en las upa stories.

Giralt, Garateguy y Toker tienen la capacidad de incorporar todo lo que sucede alrededor del cine independiente argentino con humor critico. Y con humor se ríen de sí mismos y vuelven autorreferenciales también. Ya no estamos frente a la novedad de la primera upa ni a la incorrección de la segunda, estamos frente a una película que nos dice “hay upa para rato”.

7.0
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