Crítica de "La langosta": la carta de presentación de Yorgos Lanthimos a nivel global

El cineasta griego ya tenía una prolífica carrera en Grecia, destacándose especialmente con el premio en la sección Una Cierta Mirada de Cannes por su película Canino (2009). En esta fábula siniestra, unos niños estaban encerrados por orden de su padre y utilizaban nombres alternativos para las cosas, creando así un universo imaginario y perturbador, en línea con El castillo de la pureza (1973) del mexicano Arturo Ripstein.

En su primera película rodada en inglés, La langosta (The Lobster, 2015), nos encontramos en un futuro distópico en el cual todas las personas deben estar en pareja. Por lo tanto, los solteros son confinados en un lujoso hotel durante un 45 días del cual deben salir acompañados o convertidos en animales. La película presenta una parábola social en la que los rebeldes son aquellos que desafían las normas y disfrutan de su soltería escondiéndose en el bosque.

Aunque la película no se estrenó comercialmente en Argentina, circuló ampliamente en portales de descarga, convirtiéndose en un verdadero fenómeno de boca en boca. Este fue el inicio del interés por este cineasta estilístico que ya venía cosechando éxitos en festivales internacionales.

El particular estilo de Lanthimos, caracterizado por movimientos de cámara intensos y exquisitas composiciones de plano, recuerda al mejor Kubrick. Además, una música incisiva marca la tensión como una olla a presión, tanto en La langosta como en todas sus otras producciones, incluyendo Nimic (2019) el cortometraje estrenado durante la pandemia que se puede ver en Mubi.

La langosta es la punta de lanza de un cineasta que ha sido cuestionado por sus detractores, quienes insisten en que detrás de su parafernalia visual no hay mucha sustancia. Sin embargo, sigue cautivando a sus seguidores con propuestas atractivas. Lo que es indiscutible es que su cine se distingue del resto, destacándose con una impronta única y personal, guste o no.