Crítica de “El milagro del padre Stu”, Mark Wahlberg y Mel Gibson en busca de la redención espiritual

El film cuenta la historia de Stuart Long (Mark Wahlberg), un joven de conducta errática, engreído y problemático. En pos de conseguir sus objetivos se pelea con el mundo y cae preso en varias oportunidades hasta que conoce a Carmen (Teresa Ruiz), una chica devota de la iglesia a quien quiere conquistar. En ese intento conoce la palabra de Dios y encuentra su camino: convertirse en sacerdote.

Quizás la mayor extrañeza que genera El milagro del padre Stu (Father Stu, 2022) es la capacidad del film de Rosalind Ross de hacer equilibrio entre el drama y la comedia para transmitir su mensaje esperanzador. La historia tiene todos los elementos para “caer” en el melodrama lacrimógeno y, sin embargo, sortea esa tentación y vira siempre hacia un tono ameno y alegre (hasta cómico) más allá de la tragedia narrada.

Mucho de esto tiene que ver con su elenco, ninguno de los actores provienen del drama con fines emotivos. No quiere decir que sean malos actuando sino que siempre se caracterizaron por su despliegue físico personificando a hombres rudos de pocas palabras. Algo que podría jugarle en contra a la producción si no sacara provecho de ello. Y lo hace al evitar diálogos innecesarios y resolver física y visualmente situaciones, evadiendo el golpe bajo (aunque lo roce en varias oportunidades).

Estamos hablando de Mark Wahlberg, que hace un protagónico que le demanda sus dotes actorales. Wahlberg “le pone el cuerpo” a escenas de boxeo y a la enfermedad física de su personaje convirtiendo músculos en una exuberante panza al estar postrado en una silla de ruedas. Otro caso es el de Mel Gibson, quien ya fue padre de Wahlberg en Guerra de papás 2 (Daddy’s Home 2, 2017). Gibson, acérrimo católico, parece estar atravesando su propia redención personal con su papel. De alguna manera la película trasmite el mismo discurso cristiano repetido por el actor en múltiples reportajes. Ni hablar de Malcolm McDowell, el actor de La naranja mecánica (A clockwork Orange, 1971) y Calígula (1979), que interpreta a un representante de la iglesia católica que adoctrina curas. Una suerte de chiste interno que un actor con semejante trayectoria interprete al “instructor de sacerdotes”.

El milagro del padre Stu también podría ser catalogada como “film cristiano”, una historia que sirve para fomentar los valores religiosos. Sin embargo, el film también logra sortear este obstáculo porque, si bien el mensaje está presente, tuerce el relato hacia el drama de superación personal, un tema más universal que excede la cuestión espiritual.

Por eso decimos que la película es una rareza. Dentro de su historia convencional (es una biopic clásica) tiene varias subversiones al género que la hacen singular y atractiva para cualquier público.