Película realizada casi en su totalidad por mujeres

Nadia Benedicto y la reivindicación feminista con “Hékate”

La película, que se estrena en salas locales este jueves 23, es una roadmovie nocturna con elementos del thriller y momentos de pura belleza. En esta entrevista, la directora, nos cuenta sobre el proceso de construcción del film, su historia y los sentimientos e ideas que la movilizaron a realizarla.

Nadia Benedicto y la reivindicación feminista con “Hékate”
miércoles 22 de junio de 2022

Hékate nos remite al nombre de una divinidad griega, la diosa de las brujas, aquella que se hacía presente para atravesar la oscuridad. La última película de Nadia Benedicto toma su nombre y su presencia intangible en el film para contar una historia, en donde, a partir de una situación de violencia de género, hay un viaje y una reivindicación feminista. 

¿Cómo surge la idea? ¿Cómo llegás a la realización de Hékate? 
En 2018, año en el cual escribí el guion, venía haciendo mucho trabajo e investigación personal acerca de ciertos bloqueos y conductas propias, de dónde venían, cuál podría ser su origen. Ese viaje introspectivo me llevó muy atrás en la historia, a conectar con el transgeneracional y a entender cómo estamos condicionadxs y afectadxs por los hechos que nos anteceden. Puntualmente una de mis abuelas tuvo una vida muy marcada por la violencia y la opresión, y pese a no haber tenido un vínculo cercano con ella, sentía que toda esa información estaba en mis células habitándome de alguna manera. Creo que ese es el germen de la película, la necesidad de revisar y liberar esa violencia enquistada en el inconsciente.

¿Por qué el nombre Hékate? ¿Cómo y en qué juega o significa dentro de la película tema de la mitología griega? 
Hékate es la diosa de las brujas, la madre, la guía, y se la invocaba en momentos de encrucijada, ella se hacía presente aportando luz, pero para acompañarte a atravesar la oscuridad, no para evitarla. Elegí que Hékate sea quien acompañe y guíe a las protagonistas de esta historia a librarse de todo ese dolor, a purgarse. Entendiéndolas a ellas como brujas, desde la potencia que tiene la brujería como sabiduría y espacio de poder femenino. De alguna manera, estas mujeres representan a muchas a quienes el fuego les fue arrebatado, y esta es una historia posible a través de la cual ellas pueden volver a recuperarlo.

¿Qué apareció primero en la historia a la hora de escribirla: el tema de la violencia de género o la relación entre ellas? 
Lo primero en aparecer fue el tema de violencia de género, ese fue el disparador y con lo que me interesaba involucrarme. Frente a ese nivel de violencia y maltrato, el encuentro entre ellas desde la amorosidad se presentó como un camino posible.

¿Cómo fue la elección de las actrices y por qué? 
Hubo una primera instancia de ir durante cinco o seis meses a ver teatro con el ojo atento para descubrir actrices posibles. Luego le siguió una instancia de casting con una preselección que ya habíamos hecho y evaluamos cinco actrices posibles para cada uno de los personajes. El hecho de que los roles los hayan interpretado Sabrina Macchi y Rosario Varela tuvo que ver específicamente con lo que cada una de ellas transmitió de los personajes en esa instancia de casting, lo que trajeron y dejaron ver de Helena y Kira respectivamente.

Me gustó mucho, también desde lo visual, la presencia del fuego. Relación entre la oscuridad y luz, aunque sea pequeña. El proyecto de “hoguera invertida” latente, los cigarrillos, incluso el pelo de una de las protagonistas. ¿En algún momento lo pensaste así?  
Sí claro, el deseo con la película era recuperar ese fuego arrebatado, el fuego interno. Así que de alguna manera todos los elementos fueron apareciendo y complementándose para hacerse presentes a lo largo de todo ese viaje. 

¿Cuáles son los mayores desafíos a la hora de filmar una película en donde hay una situación de violencia de género y una reivindicación feminista? (cuáles eran los riesgos, qué querías o no querías representar, cómo te planteaste la escena de la violación o qué dilemas aparecieron respecto a esta temática). 
En primera instancia es un problema de una gravedad muy alarmante, que atraviesa a gran parte de la sociedad y teniendo eso en mente todo fue muy delicado. Primero porque pese a esto, a que el tema esté tristemente tan presente a nivel social, mi punto de partida fue personal y, desde lo puramente personal, mi deseo era hacer un encare del tema donde poder correrme del plano realista y terrenal y que otros planos, que podríamos llamarlos místicos, míticos, surreales atraviesen el relato, que se cuente en diferentes capas. Y creo que el uso de todos estos elementos para abordar una temática actualmente tan terrenal y cruda es de por sí desafiante. Por otro lado, la escena de la violación, seguramente muchas otras personas hubiesen optado por dejar de reproducir esa violencia y que la misma sea contada desde el fuera de campo, recurso cinematográfico de gran valor para contar este tipo de escenas, pero, en mi caso particular, esa violencia, esa historia, estuvo siempre bajo la alfombra, tapada, silenciada, de eso no se habló nunca, y cada vez la opresión desde ese silencio fue mayor y mayor. Es por ello que necesité exponerlo así. 

¿Y los riegos?
En cuanto a los riesgos, de alguna manera creo que el final es riesgoso porque dependerá muy internamente de cada espectador el análisis que haga. Por supuesto que el mensaje no es responder a la violencia con violencia, pero es una lectura posible, en ese sentido sería una película de venganza. Mi punto de vista está en ellas, en su liberación, en su propia purga de dolor y en lo que, al soltar toda esa carga, pueda habilitar posteriormente en cada una de ellas. Sobre qué hacer con él, desde el minuto cero fue una de las grandes preguntas que atravesaron la realización y creo que, hoy, no tengo una respuesta. Por eso también la necesidad de llevar esta historia hacia un terreno más mítico, para que esa muerte sea más interna, que es donde siento que, ante todo, se tienen que dar esas transformaciones, en la interioridad de cada unx.

Por momentos se me venía a la cabeza Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991), quizás por cuestiones puntuales y algo de su espíritu.  ¿Lo pensaste? Independientemente de esta película ¿Cuáles consideras qué son tus influencias o tu maestros/as dentro del cine u otras artes? 
Claro, el espíritu de Thelma y Louise acompañó todo el tiempo. Llegué a decir que era una Thelma y Louise argentina y mística, jaja. De todas maneras, aunque no tengan nada que ver, la película que habilitó este relato fue Tan de repente de Diego Lerman, la vi, la amé y dije “quiero hacer una roadmovie” y bueno, a partir de ahí, afloró todo este universo pues evidentemente era de lo que necesitaba hablar en ese momento. Después, influencias y cineastas admiradxs: David Lynch a la cabeza, Apichatpong Weerasethakul, Celine Sciamma, Albertina Carri, Jim Jarmusch, Xavier Dolan, Wong Kar-wai, Patricio Guzmán, Werner Herzog.

Es hermosa y potente música, completa el relato.
La música la compuso Lucy Patané, una representante justamente creo yo de esas dos cosas: la sensibilidad que logra con sus climas de voces y guitarras y la potencia salvaje a la que llega también, eran el combo perfecto para pensar la música de esta película que es muy sensible y feroz a la vez.

¿Hay algo más que quieras agregar respecto al estreno de Hékate? 
Me interesa destacar que la película fue hecha casi en su totalidad por un equipo comandado por mujeres y lesbianas, que el power que tiene nace desde ahí, de la entrega y el amor que le puso cada una de las personas que integró el equipo, fue fundamental para que sea la película que es. ¡Y vengan al cine que es una película para pantalla grande!

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