TL-1 Mi reino por un platillo volador

Columnistas: El cine de lo cool Capítulo 2 "TL1" y "TL2"

Tetsuo Lumière quizás sea un nombre con los que sólo los cinéfilos del under estén familiarizados. Fue (quizás sigue siendo) un nombre muy conocido dentro de la cinefilia argentina, sobre todo entre la generación nacida a mediados de la década del ’70 (gente que al día de hoy promedia los 45 años). 

Columnistas: El cine de lo cool Capítulo 2 "TL1" y "TL2"
domingo 05 de abril de 2020
Las dos películas de las que voy a explayarme,  TL-1 Mi reino por un platillo volador y TL-2: La felicidad es una leyenda urbana son en realidad una sola, la primera y segunda parte de una trilogía hasta ahora inconclusa que se completaría con TL-3 Mi destino me condena (hasta el momento sin fecha de inicio de producción). Estas películas son pseudo-autobiográficas que tratan sobre un muchacho (interpretado por Lumiere mismo) que sueña con hacer una película de extraterrestres. La mayor virtud de ellas es una paradoja: por un lado parecen películas hechas por alguien que nunca vio una película, por el otro parecen películas de un cinéfilo incurable. Cuando me refiero a alguien que jamás vio una película lo hago en el mejor de los sentidos, no tiene limitaciones, reglas o convenciones, mezcla intuitivamente lo que intuye que hace que la historia funcione ¡y funciona! Cuando me refiero a un cinéfilo, hablo sobre alguien que creció pegado al televisor mirando Chaplin, Keaton y películas de extraterrestres clase B. Básicamente, Lumiere junta a Chaplin, Keaton, Ed Wood y Roger Corman en una licuadora, le agrega ingenuidad, cartón, stop-motion intuitivo y comedia y queda un trago genial. Ambas están compuestas por cortos que fue filmando a lo largo de muchos años en distintas calidades de soporte y profesionalismo, pero siempre con una misma gran ambición, y estas viñetas se van interconectando con entrevistas apócrifas a actores que vemos en esos cortos, a amigos reales o ficticios, familia, etc., y queda como un gran collage que a lo sumo quizás Guy Maddin podría hacer con soltura y salir bien parado. Son películas que exudan cool, energía, pasión por el cine y pasión por hacer cine. Después de verlas es imposible no sentir ganas de agarrar una cámara (sea una Alexa o una digital de fotos del 2004) y salir a filmar. Lo que le importa a Lumiere es el cine y hace que a nosotros nos importe de la misma manera. No cambia cómo se haga, si en computadora, cámara, stop-motion, lo que sea mientras sea una sucesión de imágenes que provoque la ilusión de movimiento y cuente una historia, es cine, y Lumiere es un verdadero maestro. Espero que pueda completar la trilogía y filme todas las películas que tiene pendiente filmar porque según los guiones que leí, son genialidades. Ah, y espero que no haya que esperar a que se muera para se lo llame un prócer del cine argentino.
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