A bailar el tango

Fermín

Fermín (2014) es una película tribunera. Recurre a toda la batería de efectos posibles para llegar emocionalmente al espectador. Así hay que entenderla, pues no aplica a ningún análisis racional (camina en varias oportunidades por la cornisa, incluso desbarranca más de una vez). Ahora hay que reconocer que en ese tono que prefiere moverse es sumamente eficaz, funciona como buen producto comercial de tango.

Fermín
jueves 17 de abril de 2014
Desde el vamos la historia es tan ambiciosa que se torna un imposible pensarla como un todo homogéneo. Se traza la historia del personaje Fermín en tres temporalidades: sus tiempos mozos, en 1945, época de oro del tango (interpretado por Luciano Cáceres), en la actualidad con un Fermín anciano (Héctor Alterio) que recita diálogos en forma de tangos en un neuro psiquiátrico, y varios retornos a un último período -oscuro de Fermín y de la Argentina- en el año 1976 con la dictadura militar de contexto y con el fin de explicar narrativamente su fracaso personal. Pero también hay insertos en la historia números musicales, donde se luce el baile del tango For Export, y una subtrama romántica que desarrolla la historia de amor entre el joven médico Ezequiel (Gastón Pauls) que atiende a Fermín anciano, y su nieta Eva (Antonella Costa) que va a visitarlo. Así mismo, hay que reconocer que la película dirigida por Hernán Findling y Oliver Kolker tiene una fuerza inusual que impacta al público desde lo emocional. No trata jamás de evitar estereotipos ni de hacer un planteo sutil de las situaciones: Todo será exuberante, opulento y espectacular para apelar a lo sensitivo y conmover a la platea. Y logra su objetivo, siendo efectiva en su intención de movilizar sentimientos por más que transite por varios clichés del melodrama (tanguero) para conseguirlo. Vale decir también que en algunos lapsos la película parece ser consciente de su actitud desprejuiciada hacia el efecto fácil, e introduce momentos cómicos que aligeran la carga dramática.En la década del treinta y cuarenta en la argentina había una serie de films, como los dirigidos por Manuel Romero, que apuntaban a construir historias desde el tango (muchos estaban basados en letras de tango directamente) para satisfacer el consumo de tango en el exterior. Eran films sin grandes valores artísticos, planteados con fines comerciales y muchas veces descalificados por los intelectuales. Fermín parece rescatar dicha tradición, y se lanza a los cines con toda su carga de temas relacionados al tango, y con la nostalgia como caballito de batalla.El resultado es una película para disfrutar y nunca tomarse demasiado en serio. Habrá que relajarse y dejarse llevar. Con tal actitud desprejuiciada, Fermín puede provocar hasta ganas de salir bailando del cine. No diga que no le avisamos.
6.0
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