Crítica de “El vasco”, una comedia melodramática sobre la inmigración

El vasco (2022) es una película asociada a un cine que se produjo en cantidades en la Argentina en los años ochenta. Comedias dramáticas agridulces que hacen un retrato simpático y un tanto estereotipado de un grupo de personas y sus nobles intenciones. El drama y la comedia circulan por un relato que suena reiterativo desde la producción nacional.

El film cuenta la historia de Mikel (Joseba Usabiaga), un vasco en crisis en su país de origen que viaja por primera vez a la Argentina por recomendación de su tío Chelo (Eduardo Blanco, en el personaje errático y con carisma que supo construir para Campanella). Pero cuando llega al pueblo, una comunidad vasca que enaltece las tradiciones culturales sin entenderlas realmente, Mikel se decepciona y decide regresar. Antes de poder hacerlo tiene que convivir con su abuela Dolores (Itziar Aizpuru) y también con Inés (Inés Efron), la chica que la cuida.

Dos tipos de estructuras narrativas clásicas circulan por el film. Por un lado el relato del héroe, en este chico que llega por fuera de la comunidad para restablecer el orden de un pueblo agobiado por sus vicios y costumbres de antaño. Esa mirada “diferente” refresca y comprende la manera de superar males. Sobre todo en la película gracias al idioma Euskera y la posibilidad de comunicarse con su abuela “atrapada” en los recuerdos de su infancia. Por otro lado, la estructura narrativa de la autosuperación, con Mikel que debe sobreponerse a su propia crisis y obtener un aprendizaje significativo.

Resulta interesante el trabajo del guión de Xabi Zavaleta y Arantxa Cuesta sobre la memoria. La memoria de una cultura conservada en las tradiciones a miles de kilómetros de distancia. La importancia del idioma para “recordar” los rasgos identitarios de un pueblo esté en la geografía que sea. Una idea trabajada mediante la enfermedad cognitiva de la abuela Dolores.

Estas mismas cualidades asocian al film a una filosofía tanguera, con su melancolía y nostalgia por ese pasado idealizado con el tiempo. En ese punto decimos que es un relato elaborado infinidad de veces por el cine nacional, y por ende, sufre síntomas de agotamiento. Sin embargo, la singularidad del país vasco en Argentina aporta su cuota distintiva para quien esté interesado en el tema, datos curiosos refrescan la trillada trama como la pregunta de apertura…¿sabía que en Argentina viven más vascos que en el propio país vasco?