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Crítica de "Johnny vs Amber: El último juicio", cuando la posverdad mata al feminismo

La miniserie o documental en dos capítulos sobre el juicio público entre Amber Heard y Johnny Depp trata dos de los temas quizás más importantes de nuestra contemporaneidad.

miércoles 21 de septiembre de 2022

El primero es la cuestión de la verdad, y más precisamente, de la posverdad. Y el segundo, en relación al primero, es acerca del movimiento feminista en los medios de comunicación. Este escrito más que una reseña sobre la serie documental, es una reflexión sobre ambos temas. 

Vayamos deconstruyendo. Dado que lo que estamos viendo es un análisis de lo que sucedió en un juicio, y que lo que allí se trata es de establecer cuál es la verdad sobre un tema, lo primero que de manera muy inteligente trabaja esta miniserie (quizás sin proponérselo, y por eso mismo le sale bien) es sobre este problema central de la filosofía. Aunque ya sepamos que la verdad como un absoluto no existe, está en el núcleo de la idea misma de un juicio hacer de cuenta que sí. Ahora bien, si creemos que hay una verdad, también creemos que hay un contrario: la mentira… ¿o la ficción? E inmediatamente pensamos, ¿es la ficción una mentira? Esta pregunta es particularmente relevante, porque ambos -demandada y demandante- son actores. Y ese “detalle” pone en un lugar muy interesante la resolución del juicio, porque si lo que se busca es la verdad, y ambos viven de crear ficciones, qué nos garantiza que no utilicen sus dotes actorales para tratar de establecer cuál fue. Y en el caso de que lo hicieran, ¿eso anula que lo que digan usando estratagemas actorales sea verdad?

El primer capítulo de la miniserie se aboca principalmente a esta cuestión, particularmente desde la óptica de Depp, estableciendo que Heard, en definitiva, no es tan buena actriz como él, porque sus intervenciones se veían “exageradas”. Es decir, que al final lo importante no era establecer la verdad, sino ver a quién le creíamos la actuación…con lo cual el juicio como elemento de confirmación de la verdad sobre un hecho careció de sentido. Y esto nos lleva al tema de la posverdad, que por definición es una afirmación en la que los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita. El juicio fue transmitido en vivo, todos los días las redes sociales se inundaban de noticias sobre lo que había pasado en la jornada en donde era casi imposible no elegir un bando. En el segundo capítulo de la miniserie, el que está enfocado desde la óptica de Heard, se deja entrever justamente que Depp no sólo es mejor actor, sino que tiene más medios económicos para manipular las redes sociales, que su abogado es especialista en el tema, y que estuvo en contacto con varios YouTubers e Influencers para que el “juicio de la opinión pública” fuera a favor del actor de Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean, 2003). Por otro lado, los jurados volvían todas las noches a sus casas, y es imposible demostrar si su decisión fue influenciada o no por esas redes sociales pro-Depp. Y allí radica justamente la construcción de la posverdad. Quienes ya se habían formado una opinión sobre cuál actor decía la verdad, “leían” todos los datos presentados desde esa óptica, y ridiculizaban a quien creían un “mentiroso”. 

¿Y cómo es que esto se relaciona con el feminismo? Es que el juicio era sobre difamación: Depp demanda a Heard por una publicación del Washington Post donde ella afirmaba haber sido víctima de abusos sexuales, dejando entrever perpetrados por el actor. La nota, además se había publicado en la cresta de la ola del movimiento Me Too, en donde actrices de Hollywood denunciaban los abusos sufridos por la estructura patriarcal de la industria cinematográfica, que encubría a los abusadores y a su buena reputación. Y justamente, este juicio era sobre la reputación de los implicados, de su credibilidad. Entonces, por un lado, tenemos a quien es considerado uno de los mejores actores de su generación, que debe representar “el papel de su vida”: si no logra credibilidad, no sólo pierde el juicio, pierde aquello mismo que lo define como actor. Y por el otro lado, tenemos a una actriz - no tan buena- que debe convencer al público de que fue víctima. Esto va en contra de todo lo que defienden los feminismos: el juicio, y más uno que se transmite en vivo, revictimiza a la víctima, la hace revivir y relatar los abusos sufridos. Si no logra con su actuación convencer al público (y al jurado) automáticamente los hechos se convierten en mentira. 

Solo queda decir que la miniserie en formato documental de alguna manera tiene los mismos problemas que el suceso sobre el que trata de dar cuenta: los documentales son productos audiovisuales que muchas veces tratan de ocultar sus condiciones de producción, para que veamos una reproducción de la realidad más que una representación de la misma. En este sentido, el orden de sus capítulos, en los que presenta primero la postura de Depp y segundo el de Heard no es inocente. Como espectadores siempre nos queda resonando mucho más la postura final. Es decir que, lejos de ser un “simple” resumen del juicio, es una invitación a repensar qué implica como sociedad el apoyo demostrado a Depp y la demonización de Heard en los medios masivos de comunicación.

7.0
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