Crítica de “Clean”, la ultraviolenta película de redención de Adrien Brody

Clean (2021) es un truculento film de acción y venganza que remite a las oscuras fantasías violentas filmadas en los años setenta. Se toma su tiempo para desarrollar la fatalidad reinante en el alma de su protagonista, quien deambula por el barrio mirando con desprecio a su alrededor como el personaje de Robert De Niro en Taxi Driver (1976). La explosión de violencia se cocina a fuego lento en la película.

Adrien Brody es Clean, el hombre de la limpieza como su nombre/apodo lo indica. Maneja un camión de basura por las noches, repara chatarra que encuentra tirada y pinta casas abandonadas. El tipo es un solitario cuyo atormentado pasado de dolor y muerte (perdió a su pequeña hija) lo acecha constantemente. Cuando se mete con el narco de su pueblo debe elegir entre escapar o enfrentarlo con sus habilidades de antaño.

El actor fetiche de Wes Anderson (Viaje a Darjeeling, El gran hotel Budapest, La crónica francesa) escribe junto a Paul Solet (director del film) esta historia donde utiliza su cara de hombre sufrido inmortalizada por el fugitivo judío del film de Polanski, para personificar a este fantasma que recorre las calles frías y sórdidas del pueblo comandado por el capo narco-mafioso Michael (Glenn Fleshler). Pero cuando se meten con Dianda (Chandler Ari DuPont), una inocente niña que se parece a su hija fallecida, el hombre se transforma en la máquina de matar que solía ser.

Clean se queda a mitad de camino entre el género de acción más convencional al estilo El vengador anónimo (Death Wish, 1974) y la parábola social del film mencionado de Martin Scorsese. Podemos decir que empieza con los dilemas existenciales de esta última pero termina con las resoluciones violentas-efectistas de la primera. De todos modos, deja una sensación de satisfacción para quien busque un poco de acción primitiva y convencional.