En salas - 6 Puntos

Crítica de "Voces doradas", un film sobre la migración y la búsqueda de superación de Evgeny Ruman

Una película atractiva que utiliza la voz como elemento principal para generar el drama y la emotividad desde una historia sencilla.

A finales de los años 80 y después de la caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética permitió que muchos judíos soviéticos emigren a Israel. Es 1990 y Víctor (Vladimir Friedman) y Raya (María Belkin) Frenkel, dos voces doradas del doblaje en ruso emprenden ese viaje. Al llegar se encuentran que tienen que adaptarse al nuevo lugar. El doblaje en ruso no es necesario y entonces tendrán que buscar otros trabajos. Además, tienen que aprender hebreo, pero se les hace difícil el idioma y requieren de un traductor. 

En ese contexto, Raya (María Belkin) encuentra un trabajo en una línea erótica. A pesar de su edad, se presenta y el requisito es que hable ruso, con lo cual demuestra aprender mucho y ser versátil para hacer la voz de mujeres de distintas edades.  Sin decirle nada a Víctor (Vladimir Friedman), comienza a ganar dinero y a disfrutar de su trabajo. Por otro lado, Víctor (Vladimir Friedman) intenta ser actor y volver al radioteatro, pero sólo consigue trabajos más burocráticos hasta que encuentra un videoclub para público ruso que, de manera rudimentaria, hace doblaje de las películas. Sin embargo, nada saldrá como esperan, ambos se involucran demasiado en sus trabajos y eso les producirá una crisis en su vida de pareja.  

Resulta interesante el estilo que construye Voces doradas (Golden Voices, 2021) a partir de un relato que busca generar proximidad con los personajes. Desde una estética muy marcada y elaborada, entre el uso de la imagen, el sonido y la música, con planos bien cuidados y compuestos, logra generar un relato íntimo con momentos de humor negro. 

Es atractivo centrarse sobre las dos personalidades de sus protagonistas y entrelazar sus dos formas de ser con relación al paso del tiempo y a lo que significa el amor para cada uno. Por un lado, Raya (María Belkin) y la búsqueda de la aventura, al cambiar su estilo de vida en lo personal. Por contraste, la obsesión por la perfección y el regreso a la vida antes de Víctor (Vladimir Friedman). Todo se enfoca también hacia una historia de amor en personas de mayor edad.

Sin duda la voz es el personaje principal y que funciona de hilo conector para producir el drama y la emoción. Además se vuelve más llamativo que sea utilizada en una época como los años 90, cuando era el tiempo de los VHS y los teléfonos aún no eran digitales ni se solía tener celulares. Así mismo el lenguaje hablado, y la dificultad del idioma para comunicarse, sirven para adentrarse en el tema de la migración.

En ese punto la emotividad que llega de una mirada al pasado y que a la vez tiene mucha actualidad, se centra en un momento histórico donde la proximidad de la destrucción está latente, el ataque químico a Israel está próximo, y la tensión política se percibe en el ambiente donde habitan. Del mismo modo, está el cine como un elemento presente. Y en ese punto el espacio de la sala de cine se vuelve importante. Es el lugar de los recuerdos, un espacio de refugio. No obstante, el cine como elemento artístico está a lo largo de la película, y presentado en la figura de Federico Fellini con quien tienen una foto en su juventud, en un momento que marcó la carrera de ellos dos. La foto la llevan siempre con ellos. Al mismo tiempo “La voz de la luna” (1990), la última película de Federico Fellini está al final y de manera simbólica para mostrar el inicio de la nueva vida que van a comenzar.

Voces doradas es una película de personajes atractivos, que trae recuerdos de películas de Aki Kaurismaki en el uso de historias de pareja de mayor edad que deben lidiar con sus mundos cotidianos, pero dentro de un contexto histórico mucho más grande e importante. Muchas veces, como en este caso, relacionado a la migración y cuestiones políticas según el lugar en el que se encuentren.

6.0
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS