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Crítica de "Veneno", serie sobre el ícono trans español

Javier Calvo y Javier Ambrossi ("La llamada", "Paquita Salas") regresan a la televisión con la historia de La Veneno, en "Veneno" (2020), serie de ocho episodios con Isabel Rodríguez y Lola Rodríguez.

miércoles 30 de junio de 2021

La Veneno fue un ícono LGBTIQ+ español que desnudó en el prime time televisivo la hipocresía y doble moral de los españoles, y para esta oportunidad, y al narrar diferentes momentos de la vida de la estrella, se contará con varias actrices trans para encarnarla, como Daniela Santiago e Isabel Torres, algo que nunca había sucedido en la TV española.

Veneno, inspirada en “Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de la veneno” de Valeria Vegas, narra dos historias en paralelo, por un lado la de Cristina Ortiz Rodríguez, conocida más popularmente como La Veneno, a partir de la narración del libro que escribió Vegas, y por otro, la de la propia autora en su transición hacia mujer y su salida al mundo con otro cuerpo.

Así, además de conocer detalles apasionantes de Cristina, que se paró en el exitoso late night “Esta noche cruzamos el Mississippi” y escupió la verdad sobre la noche española, sus escondites, lo que acontecía en Parque del Oeste y Paseo del Pintor Rosales, en Madrid -hay una escena que refiere a Todo sobre mi madre (1999), de Pedro Almódovar, cuando Manuela (Cecilia Roth) busca al padre de su hijo-.

Por ese entonces La Veneno se rodeaba de estrellas, nacionales e internacionales, que se deslumbraban por su ingenio y su conocimiento del mundo, pero, principalmente, por su manera de actuar y decir las cosas, algo que Veneno recupera en cada episodio, ese espíritu combativo que tenía y su verborragia desprejuicida y libre.

La historia de la serie comienza con el encuentro entre Cristina (Isabel Rodríguez) y Valeria (Lola Rodríguez), luego de su salida de la cárcel, y yendo y viniendo en el tiempo del relato, contando cómo una reportera (Lola Dueñas) la descubrió en la noche por casualidad y la lanzó a la fama, muy a su pesar.

Con dosis de humor, algo frecuente en las producciones de Calvo y Ambrossi, pero respondiendo a las leyes del melodrama televisivo más clásico, lo más interesante del proyecto es su profundo tono dramático y reflexivo, el que, sin dejar de entretener, posibilita una mirada distinta sobre los cuerpos que se aleja de las definiciones patriarcales y heteronormativas que imperaban e imperan en los medios de comunicación.

El kitsch, la cultura popular en cada escena, los movimientos exactos del pulso de un tiempo en una producción que se permite además reconstruir a la perfección un momento histórico clave para la evolución de la aceptación de disidencias desde el medio más masivo, la televisión, todo configura al apasionante relato como un logrado ejercicio de narración y compromiso.

Mención especial para les intérpretes, que en una jugada sin precedentes en las series más populares, se cuenta la historia de la transición de Cristina a La Veneno, pero también de la de su pasado como Josecito hacia Cristina y la de la propia Valeria (autora del libro), que la encarna Rodríguez, una mujer también que transicionó.

Con esta decisión, que no es un dato menor, Veneno se posiciona como un producto que entretiene generando conciencia sobre otredades, rescatando lo pintoresco de les personajes para hablar de cómo un pueblo se rindió a los pies de una mujer que hasta el momento había sido silenciada y marginada, como todes sus pares.

En cada aparición de La Veneno España avanzaba hacia la aceptación de realidades de mujeres trans, de hombres y mujeres que la tomaron como guía para encarar su sexualidad como algo prioritario, y eso Veneno lo sabe y lo refuerza, Calvo y Ambrossi están haciendo por la comunidad LGBTIQ+ algo que hasta ahora sólo se había animado Pedro Almodóvar desde sus primeras películas, tomar historias de disidencias de manera natural sin hiperbolizar nada y hacer de eso una propuesta audiovisual contundente.

8.0
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