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Crítica de “El mauritano”, la denuncia al horror en la cárcel de Guantánamo

La película del británico Kevin Mcdonald (El último Rey de Escocia), basada en el libro de Mohamedou Ould Slahi “Diario de Guantánamo” desnuda las violentas torturas aplicadas a los detenidos.

lunes 19 de febrero de 2024

El mauritano (The Mauritanian, 2021) cuenta la historia de Mohamedou Slahi (Tahar Rahim), detenido luego del 11-S por ser acusado de organizar el atentado. El gobierno de Estados Unidos quiere condenarlo a muerte y contrata al fiscal Stuart Couch (Benedict Cumberbatch) para que reúna pruebas en su contra. La abogada defensora de los derechos humanos Nancy Hollander (Jodie Foster, quien ganó el Globo de Oro por este trabajo) junto a su asistente Teri Duncan (Shailene Woodley) realizan una investigación para la defensa del acusado pero, y sobre todo, para criticar un sistema de justicia y castigo opuesto a todos los ideales construidos por la constitución de los Estos Unidos.

Kevin Mcdonald presenta la historia en dos tiempos, por un lado el punto de vista de Slahi y su padecimiento en la cárcel ubicada en la base militar de EEUU en Cuba. El contraste entre el paraíso de la playa caribeña y el centro de detención clandestina es aterrador. Uno al lado del otro, el sol y la oscuridad, la libertad y las rejas. Un campo de concentración en pleno siglo XXI.

La otra historia es la de la abogada Nancy Hollander, su tesitura para ir hasta las últimas consecuencias en un crimen de estado (los prisioneros de Guantánamo no fueron juzgados), la condena social por defender la ley y con ella al presunto culpable de un crimen nacional, y las distintas trabas burocráticas de un sistema armado para que la verdad siga oculta.

A la película no le interesa tanto el caso de Slahi como seguir levantando la bandera de una justicia trasparente, incorruptible y justa. En ese sentido El mauritano se presenta como un mea culpa por esta situación que avergüenza a los defensores de los derechos humanos.

Sobre el final aparece la siempre cumplidora y políticamente correcta película de juicios, donde la verdad sale a la luz en el estrado y el buen juicio de los individuos se antepone a las injusticias del poder político. Pero el final feliz del film se tiñe con la realidad que siempre es más oscura: un cartel anuncia que la administración Obama (Slahi fue detenido y torturado por orden de la administración Bush) apeló al fallo de la corte y el detenido continuó en Guantánamo 7 años más. Esos 7 años son omitidos por una oportuna elipsis que salta directo a su liberación, para que la sensación de justicia quede en nuestra retina.

El mauritano tiene la voluntad de meterse con un tema tabú de la sociedad norteamericana contemporánea: los crímenes cometidos por el Gobierno americano en tierras extranjeras. Ese es el mayor valor de una película que pretende pedir disculpas sin profundizar demasiado en el asunto.

7.0
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