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Crítica de “Nahir”: la ficción del mediático caso de Nahir Galarza
El caso que popularizó el lema “Ni uno menos” tiene su versión ficcional, explorando el morbo social detrás del crimen.
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La versión audiovisual del caso de Nahir Galarza aborda, como todo true crime, los detalles y las hipótesis detrás del crimen: ¿fue ella quien mató a su novio Fernando Pastorizzo (interpretado por Simón Hempe), o fue su padre (César Bordón), el policía? Pero sobre todo, se adentra en la psique emocional de la protagonista (Valentina Zenere, conocida por sus roles en Élite y Soy Luna) y su compleja relación con su padre.
Nahir (2024) explora el antes y el después del crimen ocurrido el 29 de diciembre de 2017 en Gualeguaychú, con saltos temporales que describen los eventos previos (su relación con los chicos y sus aspiraciones en concursos de belleza) y los posteriores (su tiempo en prisión, desde que asume la culpa hasta que cambia su declaración). Este recurso, común en los casos policiales contemporáneos, aumenta la tensión respecto a la resolución del crimen: ¿qué sucedió realmente la noche del asesinato? ¿Qué pasaba por la mente de Nahir Galarza?
La película, creada y producida por Lucas Jinkis, dirigida por Hernán Guerschuny (Doble Discurso, Una Noche de Amor) y escrita por Sofía Wilhelmi (Días de Gallos), no profundiza en el fenómeno “Ni una menos”, el cual surgió para denunciar los recurrentes femicidios y el machismo en la sociedad argentina. La condena a Nahir Galarza fue desproporcionada y aleccionadora, producto de las mismas razones machistas que permiten la reducción de penas a los homicidas masculinos en casos de femicidio. Aunque este contexto aparece de fondo en el film, la producción no ahonda en el tema, centrándose en el personaje y dejando de lado el análisis del fenómeno social.
Nahir es una producción correcta que atrae por la notoriedad del caso y la personalidad introvertida de Nahir Galarza, descrita con matices que buscan añadir profundidad a sus acciones. Su mayor acierto es no dejar la resolución del caso en la ambigüedad, optando por una hipótesis judicial concreta. Más allá de las convenciones narrativas, el final invita a la reflexión: ahora que sabemos un poco más, ¿hubiéramos juzgado a Nahir de la misma manera?