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Crítica de "Rose", Françoise Fabian y la vida después de la vida

En la primera película de Aurélie Saada, la legendaria Françoise Fabian encarna a Rose, una mujer que, tras enviudar, se enfrenta a la necesidad de volver a pensar su identidad.

jueves 11 de enero de 2024

“Mi vida no está delante de mí. Pero todavía me queda un poco”. En estas breves y claras palabras, que encierran, sin embargo, algunas de las ideas más profundas que pueden formularse sobre la fragilidad y el valor de la existencia, podemos resumir el espíritu de Rose (2021), la primera película de la compositora, cantante, actriz y directora Aurélie Saada.  
 
Rose Goldberg (Françoise Fabian) es una mujer de 78 años que queda viuda de la noche a la mañana. Durante cierto período de tiempo, el duelo consume su existencia. Pero poco a poco va volviendo a encenderse en ella la llama de la vida. Llegado ese momento debe volver a pensar su identidad: ya no es esposa, tampoco puede ser exclusivamente madre y abuela. Entonces, ¿quién es? ¿Quién puede ser una mujer de su edad, una mujer con su historia, una mujer con su cuerpo? 
 
A Rose le es dada una página en blanco en la cual reescribirse, pero a la vez, la conciencia plena de que la vida tiene fin. Sus hijos la desconocen, porque ella misma se desconoce. Es una mujer que está redefiniéndose en una edad en la que correrse de ciertos límites es también correr el riesgo de parecer perdida.  
 
En algún sentido Rose nos recuerda a Cary Scott, el personaje de Jane Wyman en Lo que el cielo nos da (Douglas Sirk, 1955), y aún más a Emmi, el personaje de Brigitte Mira en La angustia corroe el alma (Rainer Werner Fassbinder, 1974). Una mujer que busca en el contacto con desconocidos algo que la reconecte al mundo y que la saque de sus esquemas. Una mujer que se reconoce deseante y que es consciente de que por su deseo vale la pena enfrentarse a su entorno. La diferencia es que Rose no está buscando la experiencia de su vida; tampoco va a la zaga de un amor de pareja. Simplemente está tratando de entender cómo sacarle provecho al tiempo que le queda, cómo insuflar vida a su vida. 
 
La película se desarrolla casi exclusivamente en interiores; visualmente prevalece una opacidad que tiene que ver con el encierro pero también con un retrato de la madurez. Rose es un film que logra un gran balance entre luz y oscuridad. 
 
Pero la cámara no está puesta exclusivamente en Rose. Paralelamente nos son presentados los conflictos que sus hijos tienen en relación a sus propias vidas, más allá de su madre. Esta decisión involucra a los espectadores: contemplando a la madre y a los hijos, indefectiblemente caemos en la cuenta de que nadie tiene las cosas tan resueltas. ¿Quién tiene claridad absoluta respecto de las decisiones que va tomando, respecto del camino que está transitando? La escena final refuerza esta hipótesis: Rose les habla a sus hijos y a través de ellos nos habla a nosotros. No hay una moraleja, pero sí queda claro que hay una gran diferencia entre el estar perdido y el perderse para encontrarse.

7.0
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