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Crítica de "El mal no existe", Ryusuke Hamaguchi y una odisea cinematográfica en la naturaleza de lo humano

En "El mal no existe" (Evil Does Not Exist - Aku wa Sonzai Shinai, 2023), Ryusuke Hamaguchi sumerge al espectador en un viaje cinematográfico profundamente visceral y emocional. No solo narra una historia, sino que crea una sinfonía sensorial que envuelve al público en una experiencia cinematográfica hipnótica.

Crítica de "El mal no existe", Ryusuke Hamaguchi y una odisea cinematográfica en la naturaleza de lo humano
sábado 11 de noviembre de 2023

Ryusuke Hamaguchi nos sumerge en la serenidad de Mizubiki Village, un rincón idílico cerca de Tokio, donde Takumi y su hija Hana viven en armonía con los ciclos naturales. Sin embargo, este paraíso se ve amenazado cuando la sombra del progreso y la urbanización planea extenderse en forma de un glamoroso camping, desencadenando una lucha por preservar no solo el equilibrio ecológico, sino también un estilo de vida arraigado en la tradición.

El mal no existe se erige como un testimonio visual y emocional de la colisión entre la naturaleza y la vorágine del desarrollo moderno. Hamaguchi desafía la frialdad de la abstracción cinematográfica, optando por una narrativa orgánica, casi biológica, que palpita con una extraña vibración interna, envolviendo al espectador en la rítmica pulsación de la vida en la aldea.

La trama se desenvuelve como un rompecabezas complejo que revela las capas más profundas de la vida en la aldea. Las heridas de los personajes apenas se insinúan, pero lo que emerge con fuerza es la habilidad del director para involucrar al espectador tanto en la existencia de los protagonistas como en la trama que da forma a todo.

La música de Ishibashi actúa como un bisturí, radiografiando cada plano y acentuando la intensidad emocional de cada escena. El director nos sumerge en la cotidianidad de la aldea, desde ciervos heridos hasta fideos humeantes, construyendo un relato que trasciende lo visual para convertirse en una experiencia sensorial y emocional.

La película alcanza su punto álgido en una escena de confrontación entre la comunidad y los empresarios, donde El mal no existe se transforma en un drama intenso. Más que el enfrentamiento típico entre nativos y forasteros, la narrativa se enfoca en el viaje individual de cada personaje, explorando sus errores y, al mismo tiempo, su comprensión del otro.

La experiencia culmina en un final enigmático y puro, que refleja la brillantez de la idea original y el proceso de construcción. La película evoluciona de manera perfecta, expansiva y conmovedora, dejando una impresión imborrable. El mal no existe no solo se adhiere a las señas de identidad del cine hablado de Hamaguchi, sino que también se revela como una experiencia inagotable que invita a la reflexión sobre la intersección entre la naturaleza y la esencia humana.

8.0
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