Crítica de "Milonga", Paulina García y César Troncoso entre el dolor y el volver a empezar

Rosa (Paulina García) reside en Uruguay y lleva una vida solitaria y rutinaria. No obstante, se encuentra atrapada en una difícil situación familiar relacionada con su esposo. Además, su relación con su hijo Sergio (Rafael Beltrán) está distante. La trama se desarrolla cuando Rosa busca reconstruir su vida al conocer a Juan (César Troncoso), un hombre que realiza trabajos en su casa y comparte su pasión por la música y la milonga. Sin embargo, Rosa debe enfrentar su pasado.

Es interesante cómo la película construye su narrativa a través del retrato de Rosa y utilizando la casa como un espacio clave donde los acontecimientos del pasado cobran vida. La historia se despliega a través de detalles que ponen de relieve la solitaria vida del personaje de Paulina García en su hogar. Además, el conflicto y la difícil situación familiar emergen en momentos específicos, revelando así la trama principal.

La película destaca por su estilo visual y su ritmo personal, que contribuyen a la construcción de la historia central. Los espacios desempeñan un papel fundamental en esta narrativa, con planos centrados en los personajes y una cámara en su mayoría estática, lo que resalta la importancia de la casa como elemento crucial en la historia. La relación entre Rosa y Juan y las situaciones en la milonga también se desarrollan a través de los lugares, lo que añade profundidad a la relación entre los personajes.

Milonga (2023) es una película conmovedora que explora el dolor y la dinámica familiar, centrándose en el viaje de un personaje que busca cambiar y avanzar a pesar de su pasado. La película también subraya la dificultad y la importancia de las relaciones de los personajes principales, arraigadas en la compleja situación familiar, y lo hace a través de las acciones y las emociones de su protagonista.