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Crítica de "Benedetta" las santas, brujas y lesbianas de Paul Verhoeven

“Benedetta” (2021), dirigida por el veterano cineasta holandés Paul Verhoeven, se ambienta en un convento de la Italia del siglo XVII.

Crítica de "Benedetta" las santas, brujas y lesbianas de Paul Verhoeven
CorreCamara-EscribiendoCine
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El tema es original aunque hable de lo que todos sabíamos más o menos: en los conventos todas las monjas no eran santas ni las brujas viejas y feas. Por lo menos, en Italia, en el siglo XVII.

Benedetta entra a los catorce años en el convento. Esta joven es muy lista, muy inteligente y conoce mucho de los evangelios como de la vida de Cristo.

La encontramos ya adulta, y es una mujer hermosa (como sabe serlo la actriz Virginie Efira). Aunque la madre superior del convento la tenga muy vigilada de cerca, Benedetta es un personaje de primera, o la odian o la miran como una santa. Pues muchas veces, pretende haber hablado con su  "esposo" Jesucristo. Lo cierto es que, Dios o su hijo protegió a la ciudad de Pescia (Toscana) e impidió que la peste negra no mate a la mitad de su gente.

Benedetta, como santa, era muy religiosa, casi fanática, siempre rezando, siempre pidiendo y haciendo milagros, una devota auténtica. Les dejo, lectores, descubrir este aspecto de su personalidad.

Benedetta como bruja: las obsesiones de Benedetta en su amor a Cristo era el amor. Ella era fiel a "su" esposo, pero compartía este exceso de amor con una monja más joven. De hecho, no se sentía pecadora del todo. Dar su amor a los otros seres humanos y a mujeres de modo específico no era seguir los caminos del diablo.

En pleno siglo XVII tener relaciones sexuales entre mujeres valía a cualquiera ser enviada a la hoguera en la gran plaza de la ciudad.

Verhoeven, en su período europeo (aquí se trata de una co-producción francesa e holandesa) deseaba desde años dirigir una película sobre la historia de esta monja. Y como el director no es verdaderamente un místico de este siglo, le gusta mucho jugar con los estereotipos religiosos, provocar a los religiosos mostrando situaciones exageradas y de risa también. Un ejemplo sencillo: la monja enamorada de Benedetta, para dar más aliento a esta relación de amor y sensualidad, utiliza una estatuilla de madera pintada (la de la Vigen María) para transformarlo en un sex-toy (del siglo XVII en Toscana).

El maestro Verhoeven es muy duro contra el legado del Papa que sale de Florencia para juzgar a Benedetta, nos habla de un personaje egoísta y pretencioso que ya tiene un hijo, y que huye de la peste negra. Lo "bueno" es que el pueblo salga a la calle y salva a «su» santa. De hecho, según lo que se sabe, ella consiguió el perdón del Papa y vivió recluida en el convento hasta los setenta años.

De estilo muy clásico, casi barroco, Paul Verhoeven nos propone aquí un viaje delirante, un poco loco y exagerado. Solo los creyentes muy fanáticos van a querer armar hogueras para el director holandés. Los demás gustarán de la historia de esta monja que salvó a los habitantes de Pescia del confinamiento. ¡Y la peste fue una pandemia con más muertos que los de nuestra plaga actual.

7.0
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