Netflix - 8 Puntos

Crítica de “El discípulo”, la música tradicional India según Chaitanya Tamhane

La película que tiene al mexicano Alfonso Cuarón de productor ejecutivo es un interesante viaje introspectivo sobre las melodías tradicionales de la India y su relación con el mundo contemporáneo.

domingo 09 de mayo de 2021

La historia nos trae a Sharad Nerulkar (Aditya Modak), un cantante obsesionado con el estilo clásico Indostaní de su mentor Guruji (Arun Dravid). Pasa su tiempo practicando el canto mientras escucha las clases de Maii, que le dejó su padre. Maii es una mítica maestra que nunca dejó que grabaran su música, formó a su Gurú en el canto y poco se sabe de ella.

Lo magnífico del film del director de la ganadora del BAFICI La acusación (Court, 2014), es la manera de sumergirnos en el viaje espiritual que la música clásica India supone, al menos desde el lado occidental del mundo. Un viaje esotérico y filosófico que busca conectar el cuerpo con el alma para expresar talento, y no aprender una técnica musical determinada.

Nuestro protagonista Sharad asume con cierto sacrificio su conexión y legado con la música ancestral, acompaña a su anciano maestro a cada evento musical, se trasladan por la cosmopolitas y urbanas ciudades, o le da masajes en su humilde hogar y le presta dinero para sus quehaceres diarios. Con esta actitud aspira a ser “gratificado” con el Don de vocalizar, trata de alcanzar cierta iluminación divina que le otorgue la anhelada satisfacción personal.

En el medio del relato la película salta en el tiempo, vemos a Sharad de adulto y, de una u otra manera, sigue en el mismo lugar, lo que cambió fue el mundo, la sociedad. Los reality show que promocionan talentos musicales son el lugar para reconocer figuras emergentes y las redes sociales el espacio para valorar o criticar artistas. Ese mundo de las tradiciones que hacía un culto del esfuerzo personal para alcanzar el “aura" modificó sus valores y dejó al margen a nuestro protagonista, ahora profesor de música en un colegio.

Resulta interesante el viaje introspectivo de Sharad para encontrar su propio rumbo, porque a diferencia de los convencionales relatos de transformación personal, aquí el aprendizaje pasa por otro lado. No se trata del reconocimiento ancestral o de la puesta en valor de los mitos alrededor de los viejos maestros, sino del autoconocimiento, del lugar que se puede ocupar para recuperar aquello que se considere importante parece decirnos la película. El sentido del éxito tan recuperado por las historias de ascenso en la música, cambia su sentido en esta historia.

El discípulo (The Disciple, 2020) sortea así sus tópicos de género, se cuela como una rareza dentro del contenido de Netflix y proporciona un viaje lírico por el que hay que dejarse llevar, de otros tiempos, otros valores. Un viaje a otra dimensión sensorial, como la reiterada imagen de Shared en motocicleta mientras escucha las grabaciones de Maii.

8.0
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