Sala Lugones - 7 Puntos

Crítica de "No va más", de Rafael Filippelli, una obra que interpela

El realizador, docente y director de Revista de Cine, se permite construir una potente mirada política, estética y formativa sobre el cine, pero también sobre el cuerpo en tiempos donde la nueva normalidad marca el pulso de las acciones dentro y fuera de las viviendas.

viernes 26 de marzo de 2021

En el asumir el juego, Filippelli se observa como su propio objeto de realización, y  tras reiterar en varias oportunidades una idea sobre su salud mental, “no me acuerdo de nada, me olvidé de todo”, “hay veces que me quisiera darme la cabeza contra la pared, pero no”, la elíptica y particular obra comienza a tejer sus redes hacia el espectador con inteligentes reflexiones que apuntan a desestimar la mirada negativa sobre la soledad por elección.

En la cotidianeidad de un hombre construido cinematográficamente como un ermitaño, hosco,  No va más (2021), desarrolla una idea sobre la soberanía de la mente y el cuerpo ante la insistencia y perseverancia por parte del afuera para invadir esa conquista personal de su hogar.

Y mientras se mantiene férreo en la decisión de no prestar atención a las interrupciones, y de ser muy breve con sus contestaciones telefónicas, la intimidad de su mundo se abre. La cámara revisa los espacios, los recorre con detalle y precisión, realzada por un prolijo trabajo fotográfico. Bibliotecas, placares, cajones, todo es plausible de transformarse en una parte fundante del sentido de este relato.

Y así, indagando sobre sí mismo, sobre sus quehaceres, objetos guardados, lecturas, Fillippelli asume, en la política de su cotidianeidad, una manera de posicionarse como realizador y personaje en la que se vislumbra una idea sobre cómo el cine puede ser determinante de ambas aristas y convivir en una misma persona.

Como realizador es preciso, no deja librado al azar el recorrido, sin prisa, de los ambientes del departamento en el que vive, pero tampoco deja librado a la casualidad las palabras, pocas, que comienza a decir. Leídas, como ese dogma asociado a las camisas, o su obsesión con las corbatas, potenciando la red de sentido de una película de índole observacional, gracias al carisma del personaje y su fuerza narrativa.

Fillipelli escucha música, se prepara un trago, mira fotos de viejos viajes por el mundo, sueña con volver a hacerlo, y estrenándose en este particular momento, la lógica del encierro, presente en el film, también puede ser observada como un pedido de mayor libertad ante la dominación del cuerpo por parte de políticas estatales de sujeción, las que, pandemia imperante del COVID-19, resintieron lazos y vínculos por miedo a un posible contagio, pero no pudieron con la fuerza creativa de uno de los más lúcidos pensadores y hacedores del cine .

7.0
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