Crítica de "Un cuerpo estalló en mil pedazos", un documental de Martín Sappia

Jorge Bonino nació en 1935 y se suicidó en 1990. A lo largo de su vida estudió arquitectura, fue actor, se lo conoció como el Jacques Tati argentino, hizo teatro, cine con Leopoldo Torre Nilsson, vivió en Paris, Madrid. Buenos Aires y muere tras intentar suicidarse al arrojarse por el hueco de una escalera el 17 de abril de 1990. Estaba internado en el hospital psiquiátrico, Dr. Emilio Vidal Abal de Oliva (Córdoba).

Un cuerpo estalló en mil pedazos (2020) reconstruye la figura de Bonino pero no de una manera convencional sino a partir de una puesta en escena y narrativa en concordancia a lo que fue su vida y obra. Partiendo de una serie de entrevistas previas con aquellos personajes que tuvieron una relación con Bonino, Sappia recurre a una voz en off para construir un relato donde se deja en claro que todo lo que se dice no es un hecho probado sino los recuerdos de quienes compartieron su vida.

Tampoco hay material de archivo, sino imágenes en blanco negro, actuales, que se fusionan con el relato sonoro para, desde el presente, acompañar lo que se cuenta. Si en un principio lo sonoro y la visual parecieran estar disociados a medida que el relato avanza el espectador va descubriendo como lo que se cuenta se encuentra en perfecta armonía con lo que se ve.

Sappia no solo no utiliza archivo visual sino que también escatima el uso del archivo sonoro, donde son contados los momentos del relato, estructurado como una novela ficcional, que es interrumpido por algún que otro personaje que entra a la historia como una viñeta.

Muchas veces las biopics centradas en artistas recurren a formatos o estilos que nada tienen que ver con el espíritu del objeto retratado. Este no es el caso de Un cuerpo estalló en mil pedazos, un documental conceptual y vanguardista que se aleja de los lugares comunes para construir una obra fiel al artista.