Frankie

“Existen dos posibilidades. Que estemos solos en el universo o que no lo estemos. Ambas son iguales de perturbadoras.”. Con esta frase de Arthur C. Clarke se da el puntapie inicial a la opera prima de Betania Cappato que, con un ritmo pausado donde se permite la exploración, nos invita a saborear la relación de tres individuos con la ciencia astronómica. El viejo Garcia, el custodio de la colección de un centro astronómico ubicado en la ciudad de Santa Fe, transmite su pasión por el descubrimiento y los misterios de la ciencia. Garcia, de 88 años, es uno de los motores principales de lo que se quiere contar. El film comienza con él, con su intriga, con su capacidad para continuar explorando, con su curiosidad. Frankie es un documental que engaña. Uno cree que el silencio o los planos al cielo no son indicadores de algo. Lejos de esa suspicacia, la obra se refugia en el paso del tiempo, el cual funciona como la fuerza unificadora de distintas vidas. Noelia, una joven que el destino económico hizo que acá encuentre su primer empleo, y Marcelo, el entusiasta de la ciencia, son los otros dos sujetos que conviven en la misma ciudad.El documental no explica las razones de su título, pero uno puede sospecharlo desde la primera escena. El poder de la visualización, el ser espectadores de la vida, es un vehículo que nos concede la capacidad de explorar y expandir nuestras creencias. Frankie podría ser cualquiera de nosotros, sea humano o animal, jugando a ser testigos del paisaje humano y sus constantes motivaciones por el hallazgo.Desde lo mínimo a lo máximo, Frankie nos plantea un ida y vuelta que va desde la forma más pequeña de vida hasta el todo. Aquel amante de la ciencia tiene un don especial: ser impulsador y autogenerador de la continua búsqueda. Tanto el universo como la vida misma son un misterio, con un impensado glosario por averiguar. Esta intriga puede resultar perturbadora, tal como exponía Arthur C. Clarke, pero a su vez sumamente apasionante.