El Regreso del Luchador Callejero

En Luchador Callejero (Gekitotsu! Satsujin Ken, 1974), Terry Tsurugy (Sonny Chiba), un matón a sueldo, es contratado para proteger a la heredera de un fallecido empresario petrolero (Doris Nakajima) de una organización mafiosa que pretende secuestrarla. Dentro de esta organización se encuentra Junjo, un peligroso asesino que quiere vengarse de Terry por la muerte de su hermano.Con un esquema muy similar al de su primera parte, El Regreso del Luchador Callejero (Satsujin Ken 2, 1974), enfrenta a Terry con una escuela de artes marciales, que resulta ser la fachada de una organización mafiosa. Para complicar aún más las cosas, Junjo estará nuevamente haciendo de las suyas para intentar eliminar a Terry.Sonny Chiba es, dentro del cine de artes marciales, la versión japonesa de Bruce Lee, pero a diferencia de los personajes honorables y altruistas que Lee compone, el interpretado por Chiba en estas dos películas es un criminal sin escrúpulos que no repara en consecuencias a la hora de conseguir lo que quiere. Si uno tiende a simpatizar con él, es tan sólo porque, al igual que los antihéroes de los Spaghetti Western, aquellos a los que se enfrenta son mucho peores que él.Otra cuestión que distancia a estos dos films dirigidos por Shigeiro Ozawa de los clásicos protagonizados por Lee, y la gran mayoría de las películas del género producidas en Hong Kong, es su elevadísimo nivel de violencia: las imágenes de cráneos partidos, ojos que saltan de sus órbitas a fuerza de golpes, gargantas arrancadas y sangre exageradamente roja en grandes cantidades, son elementos que abundan en estos dos films y que determinaron que al momento de su estreno en Los Estados Unidos se los califique como para mayores de 21 años.Junto a esta elevada dosis de ultra violencia, las películas poseen todos los elementos propios del género: peleas muy bien coreografiadas, doblajes al inglés que no terminan de sincronizar, diálogos por momentos incoherentes y situaciones al filo de lo inverosímil que pueden resultar involuntariamente graciosas. Como puede verse, todo lo necesario para considerarlas un material altamente disfrutable y recomendable.Ideales para un sábado a la noche con amigos, pochoclo y litros de cerveza.