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Crítica de “Ponyo y el secreto de la sirenita”, Miyazaki y su magia

Con la ternura, curiosidad y su magia de un niño de cinco años accedemos esta vez al universo Miyazaki, el verdadero mago de la animación contemporánea. 

Crítica de “Ponyo y el secreto de la sirenita”, Miyazaki y su magia
martes 21 de julio de 2009

Ponyo y el secreto de la sirenita es una película más infantil que sus antecesoras El increíble castillo vagabundo (Howl's Moving Castle, 2004) y  El viaje de Chihiro (Spirited Away, 2001), su protagonista es un niño de cinco años y a partir de él está focalizado el relato.

Ponyo es un pequeño pez condenado a vivir bajo el agua por su padre. Un día sale a la superficie y se hace amigo del niño Sosuke. Como Ponyo también tiene poderes, se convierte en niña para poder estar con su nuevo amigo, produciendo un desequilibrio ecológico al alterar el orden de la naturaleza.

La magia del realizador nipón se encuentra en tres poderes: primero en los poderes que adquieren sus personajes, producto de las cosas inexplicables de la vida -para un niño- según su percepción. En segundo lugar, está el poder del amor. Si un niño ansía mucho algo, al menos en su imaginación -y en el universo Miyazaki- sus deseos se conciben. En este término se entiende la magia como un poder, un don de los niños por creer e imaginar que sus fantasías pueden realizarse.

Y en tercer y último lugar, la magia más grande y poderosa de todas: la naturaleza. La fuerza de la naturaleza es la más sabia y mágica de todas las fuerzas del microcosmos Miyazaki. No hay manera de expresar su sabiduría y su comportamiento sino es mediante la magia. Ella tiene el poder de organizar el mundo dándoles lugar a todas sus criaturas y seres, siempre en armonía.

Audiovisualmente podemos apreciar esta armonía en distintas secuencias que se perciben bajo el mar. En forma de ballet, las distintas criaturas del océano se desplazan de lado a lado dando un espectáculo, no impactante como nos tiene acostumbrados Hollywood, sino deleitable. De ahí el mensaje ecológico inmerso en su obra.

Si hay una palabra para definir el universo Miyazaki es magia, sobre todo porque no hay desde occidente, un realizador de animación que conciba el cine para niños desde la visión infantil sin subestimar su mundo, sino otorgándole ese imaginario y creativo modo de ver, entender y disfrutar de un chico. Por todo eso, vale la pena conocer este universo llamado Miyazaki.

8.0
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