77 Festival de Cannes - Competencia Oficial

Crítica de "Parthenope": Un melodrama excesivamente cargado y artificial de Paolo Sorrentino

"Parthenope" (2024), de Paolo Sorrentino, es una odisea emocional que invita al espectador a sumergirse en un mundo donde los sueños y la realidad se entrelazan de manera notable.

Crítica de "Parthenope": Un melodrama excesivamente cargado y artificial de Paolo Sorrentino

En un pueblo cercano al mar, las majestuosas casas aristocráticas se mezclan con los humildes barrios de pescadores. El abuelo, dueño de una de estas casas, acaba de comprar una carroza del reino francés de Luis XIV. Su hija, a punto de dar a luz, se dirige a la costa y da a luz a su hija en el mar. Así, las leyendas griegas y el pasado mitológico de la ciudad de Nápoles protegen a Parthenope, la recién nacida, surgida del Mediterráneo.

Todos sabemos que se trata de una chica excepcional: una sirena, una persona muy hermosa que seguiremos a lo largo de su vida. Una vida ligada a Nápoles, a sus pequeños puertos y playas. Desde los años cincuenta hasta el dos mil, se hablará aquí de amor y muerte, de felicidad y esperanzas, de relaciones turbias entre hermanos y hermanas, de amores juveniles y pasiones de ancianos, de estudiantes y profesores, de curas y obispos con amores prohibidos.

Estos detalles contextualizan esta película: un retrato colorido en periódicos que venden sueños, como lo hacen “Vanity Fair” u “Hola”. Muchos tendrán la suerte de viajar a estas maravillosas costas del Mediterráneo, a sus pequeños puertos ahora invadidos por turistas, a estas identidades cuyas pasiones se cocinaron en los templos de la industria del cine. En Hollywood y no en Cinecittà. Es una Italia soñada, una Italia ya desaparecida pero mostrada como un pastel con muchísima azúcar y colores artificiales.

Cuando se llega a comprender la impresionante belleza y la exquisita juventud de los actores, y se contempla la inmensidad eterna del mar, uno puede fácilmente caer en el tedio al enfrentarse a un melodrama excesivamente cargado y artificial. Este sentimiento de desencanto se arraiga en la percepción de lo superficial y lo predecible, donde la superficie brillante de los personajes y la constancia del mar contrastan con la falta de profundidad emocional y la falta de autenticidad en la trama. Aquello que podría haber sido una experiencia enriquecedora se convierte, en cambio, en una decepción, una negación de la gratificación que se esperaba.

5.0
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