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Crítica de "Recuerdos de París": nadie se salva solo, con Virginie Efira

La realizadora francesa Alice Winocour compone una historia que gira en torno a los atentados de París de 2015 pero cuyos temas son el valor de las conexiones humanas y la memoria como ejercicio colectivo.

jueves 21 de marzo de 2024
Durante los primeros minutos de Recuerdos de París (Revoir Paris, 2022) varias situaciones, pequeñas, cotidianas, van generando una tensión que se ve subrayada mediante el sonido. Es evidente que algo va a ocurrir, y que cuando ocurra será con violencia. Sin embargo, incluso a pesar de estas alertas, no estaremos lo suficientemente preparados para la llegada del momento bisagra. 
 
La película está inspirada en los atentados ocurridos en distintos puntos de París durante la noche del 13 de noviembre de 2015, cuya autoría fue reclamada por la organización yihadista Estado Islámico y en los que murieron más de 130 personas y 415 resultaron heridas. El guión, que Winocour coescribió con Jean-Stéphane Bron y Marcia Romano, se basa en la experiencia personal de la realizadora, ya que su hermano es sobreviviente de uno de esos ataques, perpetrado en el teatro Bataclan. Winocour estuvo en contacto con él durante el tiempo en que permaneció escondido, y se valió tanto de sus propios recuerdos como de los relatos sobre el hecho que fueron surgiendo con el transcurso del tiempo. 
 
Si pensamos en una película que retrate un atentado o una situación de toma de rehenes (y, especialmente, si está basada en hechos reales) es improbable que vayamos a imaginar algo como lo que hizo Alice Winocour con este film. El atentado es el punto de partida, sí, pero el camino que desanda la película es el que Mia (Virginie Efira) va trazando para reconstruir lo ocurrido y completar la historia de su experiencia. Recuerdos de París es una película dramática, pero es el suspenso que genera esta investigación lo que mantendrá nuestra atención hasta el final. 
 
La performance de Efira, quien recibió por este rol el César 2023 a mejor actriz, es prueba de su ductilidad, ya que se distancia significativamente de las que vimos en Benedetta (2021) de Paul Verhoeven -histriónica, física-, en Los hijos de otros (Les enfants des autres, 2022) de Rebecca Zlotowski -cálida, expresiva- o en Victoria y el sexo (Victoria, 2017) de Justine Triet -fría, aturdida-. Su manejo del rostro, cierta disposición corporal y una reducida cantidad de texto bastarán para establecer un vínculo profundo con el personaje de Efira en Recuerdos de París: una persona que está perdida como efecto de un evento traumático, una persona que es casi un espectro y que progresivamente va volviendo a tener forma y voz. 
 
Winocour retrata el impacto que un hecho como este tiene en los sobrevivientes y en la dificultad que experimentan tanto para volver a sus actividades como para conectar con las personas del pasado, quienes no comprenden la magnitud de la experiencia ni tienen herramientas para ayudarlos. Las huellas del hecho no solo son psicológicas sino también físicas, y a esto lo vemos representado en Thomas, el personaje de Benoît Magimel (La profesora de piano), quien recuerda perfectamente lo ocurrido pero sufrió heridas que derivaron en múltiples intervenciones quirúrgicas. 
 
Mia es la protagonista, pero el ejercicio de la memoria no es solitario. Recién cuando se ponga en contacto con otras personas que sufrieron el impacto del atentado directa o indirectamente comenzará a encontrar las piezas del rompecabezas de su historia. Asimismo, la película intercala en ciertos momentos imágenes y breves relatos de otros personajes para dar testimonio de las diversas maneras en las que las víctimas atravesaron el hecho. Esta pluralidad de voces es aprovechada también para dar cuenta de una realidad social: la gran cantidad de inmigrantes indocumentados que realizan tareas de servicio en París. 
 
Si hay algún elemento que pueda hacernos ruido en esta película es la aparición de fantasmas, rastros de las personas que Mia recuerda de aquella noche y de aquellas que se fueron sumando a partir de su investigación. Sin embargo, el uso de este recurso cinematográfico que roza el terror psicológico tiene sentido: Winocour se vale del mismo para representar, sin verbalizar, cómo los fragmentos del pasado conviven permanentemente con el personaje. 
 
Recuerdos de París es una película que elige hablar de un hecho de violencia extrema para dar cuenta de la trascendencia de los lazos humanos que se tienden en momentos de extrema vulnerabilidad. Nos recuerda que la memoria es un ejercicio y que se construye en comunidad.
8.0
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