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Crítica de “Simón”: un panfleto político contra el gobierno de Venezuela

Diego Vicentini escribe y dirige esta coproducción venezolana-estadounidense sobre las detenciones y torturas sufridas en Venezuela, con secuencias que evocan a “Expreso de medianoche”.

viernes 01 de marzo de 2024

Floreal Gorini habló de 'La batalla cultural' y cuánta razón tenía. Mientras los gobiernos progresistas luchan por comunicar sus políticas sociales, las derechas en el mundo despliegan una vasta campaña cultural que borra la memoria de los pueblos oprimidos y coloca al ciudadano del lado de su opresor. Esta discusión aparentemente anclada en los años setenta se actualiza al observar películas como Simón (2023).

Simón (Christian McGaffney) vive exiliado en Miami. Sus días de lucha estudiantil por "la libertad en Venezuela" culminaron después de ser detenido y torturado en prisión. Sin embargo, mientras gestiona la extensión de su asilo en Estados Unidos, los traumas de abandonar la lucha lo persiguen diariamente. Con la ayuda de Melissa (Jana Nawartschi), una estudiante de derecho estadounidense, busca dar continuidad a su asilo y ayudar a sus compañeros venezolanos a distancia.

La trama encauza un manifiesto en contra del gobierno de Nicolás Maduro. No se trata de una película crítica, ni siquiera intenta reflexionar sobre la situación político-social con su argumento. Aquí, los buenos son buenos y los malos, malísimos, fríos y desalmados. De un lado se presentan los ideales estudiantiles versus la opresión de una dictadura. No hay manera de no empatizar con los primeros, de la misma forma en que no se puede encontrar ningún rasgo de humanidad en los segundos. Lo mismo sucede con los motivos: la lucha de los primeros se reduce a "la libertad", mientras que las razones de los segundos se sintetizan en "es un negocio", como menciona un militar en la cárcel al protagonista.

Más allá del maniqueísmo construido por el relato, podemos encontrar otros temas que dirigen constantemente nuestra mirada. Tal es el caso del nombre del protagonista que se llama Simón, como Simón Bolívar, líder de la revolución bolivariana, un prócer enaltecido por Chávez y reivindicado por Maduro. La apropiación de la palabra es una práctica propia de estos discursos ideológicos. Se vacía de significado para apoyarse en el sentido de revolución y resistencia al poder.

El cine político siempre ha sido y es necesario como práctica audiovisual, pero bajo un desarrollo informativo del cuadro completo de la situación descrita, invitando a la reflexión para que el espectador saque sus propias conclusiones. La ideología siempre está presente en cualquier producción, pero cuando es tan evidente y simplista como en este caso, llega a restar importancia a aquello que se quería contar. Sea del lado del mar Caribe que sea.

3.0
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