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Crítica de “Priscilla”, otra reina adolescente de Sofía Coppola

Basada en el libro "Elvis y yo" escrito por Priscilla Presley en 1988, Sofia Coppola retrata un fragmento en la vida de Priscilla, quien transitaba la preadolescencia cuando se convierte en pareja del Rey del Rock a los tan solo 14 años de edad.

jueves 29 de febrero de 2024

Producida por la directora de Perdidos en Tokio (Lost in Translation, 2003) y por la propia Presley, que hoy tiene 78 años, el film brinda una mirada sensible y crítica de la relación con el icónico músico, que deambulaba entre el cuento de hadas y la toxicidad.

La producción tiene puntos de contacto con María Antonieta (2006) de la propia Coppola, al anclarse en el punto de vista de la dama, construida a la sombra de la reconocida figura social. Una mujer vinculada al poder que disfruta de los privilegios de clase pero que no participa de la toma de decisiones en ningún momento y sufre en la intimidad de su hogar. Una posición acrecentada por la edad de la protagonista y por su falta de madurez para reclamar su espacio y poner límites al hombre.

La película cuenta desde que Priscilla Ann Beaulieu Wagner (Cailee Spaeny) conoce a Elvis (Jacob Elordi) en una fiesta en Bad Nauheim, Alemania, hasta que se separan en 1972. Un viaje que va desde la ilusión hasta el desencanto, haciendo foco en las distintas emociones transitadas. Su casamiento en 1967, su mudanza a Graceland, su embarazo del cual nació Lisa Marie, pasando por su percepción de las distintas infidelidades y el abandono sufrido cada vez que Elvis sale de gira o viaja a rodajes por largos periodos de tiempo.

Este punto de vista novedoso anclado en la mujer de compañía, devuelve una mirada diferente del endiosado músico de rock and roll. Un hombre emocionalmente inestable que adora a su mujer como una muñeca de su propiedad, sensible y distante con la misma intensidad. Aparece su faceta de seductor nato y la presión establecida sobre Priscilla, dada desde su manipulación psicológica hasta su diferencia física que intimida (él es notablemente más alto que ella). Un lado oscuro del cantante no explorado hasta el momento. 

Sofia Coppola deja claro que no le interesa hacer un relato de víctimas y victimarios, sino darles cuerpo a sus criaturas, y dotarlos de complejidad humana. Priscilla “se copia” de un examen haciendo tráfico de influencias con una compañera, o disfruta de la vida de princesa soñada ante la multitud de fans. Del mismo modo que María Antonieta, Priscilla -o simplemente “Cilla” como le dice Elvis en la intimidad- vive en un mundo añorado pero sufre el encierro del poder al que aceptó someterse. Por momentos la película expresa la claustrofobia de la mujer en la década de los cincuenta con detalles sutiles y una tenacidad asfixiante. Un patriarcado que funciona desde las formas y desplaza a la mujer siempre al margen. La iluminación y puesta en escena deja aislada a la protagonista en su palacio a la espera de su hombre, como la princesa que anhela el rescate de su príncipe azul. Un modo de vida que destila crueldad y dolor con simpleza y sencillez formal. La pequeña Priscilla, de físico y carácter, deberá crecer para hacerse valer.

Resulta interesante como el film es contado también por distintos hits de la época, sean de Elvis o no, que funcionan para describir y escenificar las sensaciones vividas por su protagonista, un recurso que le quita dramatismo a la película sin por eso perder el tono crítico de la narración.

Priscilla (2023) se suma a los puntos de vista distintivos sobre hechos históricos desde una perspectiva femenina y, a través de él, establece una mirada reflexiva sobre el lugar de la mujer en la sociedad.

7.0
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