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Crítica de “Bob Marley: la leyenda”, la fallida biopic sobre el cantante jamaicano

Reinaldo Marcus Green (Rey Richard: Una familia ganadora, 2021) dirige este drama biográfico sobre la vida de la estrella de la música reggae.

martes 13 de febrero de 2024

La mayoría de las veces que se llevó a la gran pantalla la vida de Bob Marley fue a través del documental. Con Bob Marley: The Making of a Legend (2011) y Marley (2012) se retrató la intimidad del músico a través de entrevistas e imágenes de archivo. Una película de ficción sobre Bob representa un hito, tal como lo fue él. Su más preciado legado es la música y, por eso, elegí cuatro frases de sus canciones para describir el funcionamiento de Bob Marley: la leyenda (Bob Marley: One Love, 2024).

“El camino de la vida es rocoso y tú también puedes tropezar, así que, mientras apuntas con tus dedos, alguien te está juzgando”. No hay ninguna novedad en cuanto a la estructura de biopic que plantea un equipo de guionistas de la talla de Terence Winter (El lobo de Wall Street), Frank E. Flowers (Metro Manila) y Zach Baylin (Creed III). La convencionalidad de la historia podría ser un camino ideal para destacar otros aspectos como la caracterización de los personajes o la música. Sin embargo, el largometraje mantiene un artificio que asombra, sobre todo al ahondar en la vida de uno de los seres más sensibles que nos regaló la música. Sin ir más lejos, la elección de Kingsley Ben-Adir (Barbie) como protagonista (20 centímetros más alto que Bob, pintón y sin conocimiento de canto y guitarra) revela el cursi cuidado estético que se prolonga, junto a otras deficientes decisiones, a lo largo de la obra. En lugar de asumir riesgos para movilizar, la cinta se pone una coraza para protegerse de cualquier mirada.

“En este gran futuro, no puedes olvidar tu pasado”. Bob Marley: la leyenda se sitúa en los años 70 y toma como puntos focales el vínculo del cantante con su esposa Rita, el lanzamiento de “Exodus”, uno de sus discos más importantes, y la promulgación de su mensaje humanista y pacifista. Para esto, la película se ancla en los orígenes de Bob: el nacimiento del amor con Rita, The Wailing Wailers (que luego se reformó como The Wailers) y algunos vistazos de su infancia. Estos momentos no están desarrollados como flashbacks, sino como líneas del pasado que se van entremezclando con la capa temporal principal. El gran inconveniente es, como sucede en toda biopic fallida, querer contextualizar las escenas, abarcar varias líneas temporales y no focalizar en un suceso o una seguidilla de momentos. El que mucho abarca poco aprieta y, a veces, está bueno dejar de lado el pasado.

“Un amor, un solo corazón”. Más allá de que el desarrollo de Bob se sostiene por su propio peso, la gran atracción que tiene la película es el personaje de Rita Marley, interpretado por una pasional Lashana Lynch (Capitana Marvel). La actriz británica se luce. Su mirada transmite amor y sus escenas con Bob son potentes y genuinas. La verdadera Rita Marley figura como productora de la cinta (junto a Ziggy, uno de sus hijos, y Brad Pitt) y eso cobra otro sentido al ver el rol que cumple ella al lado de Bob. El título original, “Bob Marley: un amor”, expresa algo que le imparte mayor justicia al desarrollo de la ficción. Es el amor quien nos salva. Pero no cualquier amor, sino un amor. Ese amor: el amor de Bob y Rita, el elemento más luminoso de la película.

“No te preocupes por nada porque todo va a estar bien. Canta”. Las recreaciones musicales, tal vez lo más importante que una biopic musical debe considerar, son correctas. Sin embargo, salvo en el tramo final, carecen de emoción. Hay dos opciones espejo del cine contemporáneo que funcionaron: Bohemian Rhapsody: La historia de Freddie Mercury (Bohemian Rhapsody, 2018) y Rocketman (2019). Ambas optaron por una construcción poco romantizada de los cantantes y se destacaron en los números musicales. La primera contó con un playback admirable de Rami Malek, mientras que la segunda se lució gracias al talento como cantante de Taron Egerton. Ahora bien, Kingsley Ben-Adir no canta ni toca en su vida real, por lo que la conexión música/drama, si no está bien construida, carece de sentido. Él no tiene la culpa, deja todo como actor, pero el desarrollo de escenas sonoras tendría que tener otro vuelo. Habría que preocuparse por esto si es que se hace una biopic musical. Si no se canta, o el guion no sabe reconocer esa deficiencia para camuflarlo, nada va a estar bien.

5.0
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