Crítica de “Limbo alucinante”, la comedia pandémica de Tetsuo Lumiere

León (Tetsuo Lumiere) se ve atrapado en su departamento debido al confinamiento social impuesto por las autoridades sanitarias. Para escapar, viaja a un mundo paralelo con toques alucinógenos creado digitalmente. Pero en la mitad de su camino, se cruza con el Coronavirus, quien le impide el paso.

El ingenio creativo de Tetsuo Lumiere da vida a una fábula delirante en plena pandemia. La situación de encierro y su lógica cotidiana se exponen a través de discusiones bizantinas, discusiones políticas televisadas y una crisis existencial insuperable. La película sigue el estilo humorístico del director, aunque en ocasiones desborda como una catarsis inagotable.

Políticos representados como dibujos animados, animaciones de animales domésticos y coloridos escenarios virtuales dan forma a un universo variopinto y extravagante donde cualquier indicio de normalidad se distorsiona al igual que las mentes de las personas en la pandemia. Encerrados, asustados y frente al televisor, escuchando a los promotores del Apocalipsis, un combo explosivo para una comedia irracional.

Limbo Alucinante (2024) es una comedia desbordante, tan intensa como la situación de paranoia vivida a diario durante la pandemia. Con humor físico inspirado en el cine mudo (con referencias a Buster Keaton entre otros) que se transforma con el correr de los minutos en sátira política sobre los movimientos extremistas que surgieron en ese contexto. Un limbo alucinante, sin duda.