Crítica de "Los Farad", Miguel Herrán tras las huellas de la ambición en la Marbella de los años 80

Los Farad, se sumerge con destreza en el turbio mundo del tráfico de armas, ofreciendo a los espectadores un thriller que va más allá de las intrigas criminales para explorar las complejidades de las relaciones familiares en un entorno tan oscuro. Inspirada en el libro "El traficante" de David López Canales, la trama presenta un mundo ficticio pero plausible, donde las conexiones familiares se tejen por puro interés.

En el epicentro de la trama, se desenvuelve la relación entre Óskar (Miguel Herrán) y Sara Farad (Susana Abaitua). A pesar de que la narrativa adopta un enfoque ameno y divertido, logra elevarse mediante giros argumentales que desconciertan y cautivan al mismo tiempo. La música se erige como un componente resonante, tejiendo una red de sensaciones que envuelve al espectador y otorga un matiz adicional.

El guion, dinámico y bien estructurado, logra mantener un constante interés a lo largo de los ocho episodios al abordar situaciones y conflictos que trastocan el orden mundial de la época. Los Farad no solo se limita al tráfico de armas, sino que también profundiza en la dinámica de una familia impulsada por la ambición y la venganza, sin compromisos éticos ni ideológicos, en un contexto internacional de hipocresías y acuerdos clandestinos.

La ambientación ochentera en Marbella, aunque ocasionalmente caiga en la caricatura fácil, resulta uno de los puntos fuertes de la serie. La representación de la época, con elementos como cacerías de leones, drogas y looks extravagantes a lo Versace, se integra de manera hábil en la trama, contribuyendo a la creación de un entorno visualmente atractivo.

Los Farad se destaca no solo por su intrigante trama de tráfico de armas, sino también gracias a su destacado elenco, su ritmo frenético y una ambientación que capta con maestría la extravagancia característica de la Marbella de los años 80.