Crítica de "El asesino", el meticuloso criminal de David Fincher interpretado por Michael Fassbender

A grandes rasgos la historia trata sobre un asesino, implacable pero lejos de ser infalible, que falla una misión y pasa el resto de la trama ajustando cuentas y lidiando con las consecuencias. La premisa promete un típico thriller pero nada más atípico que la estilizada, obsesiva dirección de Fincher. Su fascinación por su protagonista es evidente en la forma que construye una película tan meticulosa como él, catalogando sus pensamientos y metodología con la frialdad clínica de un documental.

Fassbender interpreta a un personaje de muchos alias pero ningún nombre, amoral y orgullosamente anempático, que narra su vida y su trabajo como si estuviera dictando (y repitiendo) mantras de superación personal. Es tan detallista como metódico y ha sintetizado su estilo de vida al punto del aburrimiento. Es heredero de una generación de sicarios dogmáticos y enajenados, cruzando al solitario Alain Delon de Le Samourai (1967) con los ociosos Yakuza de los films de Takeshi Kitano.

Como estudio de personaje, El asesino es una clase maestral. Como thriller logra mantener un constante estado de tensión entre la anticipación de cada asesinato y su ejecución. Y su atmósfera está impecablemente construida, destacándose la lúgubre puesta en escena del director, el ascetismo nocturno de la historia y una ominosa banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross que alterna entre sonidos angelicales y defectuosos.

Donde El asesino flaquea es hacia el final. Ya sea por la naturaleza serial del comic original, porque la trama es tan escueta o porque al epónimo asesino se lo estudia mucho pero se lo desarrolla poco, la resolución resulta un anticlímax. La película casi no tiene con qué inventar una conclusión. El final termina sintiéndose arbitrario, dejando la sensación de que así como la narración se divide en capítulos - cada uno con el título de la próxima víctima - la película en sí es un capítulo más en una vida episódica e interminable.

El asesino es tan fría y lacónica como su antihéroe, atrapada para bien y para mal por su intransigencia y perfeccionismo. Es un gran estudio de un personaje (vacío), potenciado por una gran (aunque sutil) actuación, y una gran tesis sobre lo que carcome al autor de la película. David Fincher mezcla efectivamente violencia, precisión, mundanidad y un poco de humor negro para crear una realidad reconocible, atemorizante y fascinante.