Crítica de “LaRoy”, Shane Atkinson y una película al estilo de los hermanos Coen

Esta ópera prima conjuga en su trama a patéticos asesinos a sueldo, detectives privados de poca monta y parejas infieles, mezclados por una serie de casualidades fatídicas.

Ray (John Magaro) es un empleado de una ferretería mediocre felizmente casado con Stacy-Lynn (Megan Stevenson). Un día un viejo amigo Skip (Steve Zahn), devenido detective privado, le dice que su esposa lo engaña con otro hombre y Roy compra un arma para matarse pero accidentalmente mata a otro hombre que era el objetivo de un meticuloso asesino a sueldo (Dylan Baker. Todos los personajes quedan inmersos en una trama en la que el destino fatal parece la clave de las malas decisiones.

Ese pesimismo fatalista que deambula en todo el cine de los hermanos Coen, marca el pulso del relato. Un film que retrata el dolor por el amor y la traición marital a través de un cómico/oscuro espiral de violencia.

El escenario donde sucede la historia tiene mucho que ver con esto. El territorio desértico, las carreteras con sus bares, moteles y cafés, las casas aisladas y pueblos semi deshabitados. Un espacio triste que configura el carácter taciturno de los personajes, entre mediocres como Ray o ambiciosos por demás como Stacy-Lynn, Skip o el vendedor de autos que interpreta Brad Leland. Un mundo donde el crimen pasa tan desapercibido como la vida de los seres que allí habitan.

En ese clima el amor se convierte en un valor, quizás el único por el cual se justifica sostener la existencia. Así lo entiende Ray en su cruzada por recuperar a su esposa o morir en el intento. Una tristeza espesa minimizada por la música country y el humor negro de la película. 

Shane Atkinson mezcla géneros con total fluidez, demostrando un manejo absoluto de los mismos. También imprime momentos de buddy movie al relato con el vínculo entre Ray y Skip, una pareja despareja muy divertida y los más improbable para resolver el caso.

Elementos que convierten a LaRoy (2023) en un exquisito film, con personajes queribles incluso en sus desgracias y un inteligente manejo de la trama en sus giros inesperados para finalmente hablar de la importancia del perdón para los vínculos humanos.