Crítica de “Scream 5 (Grita)”, reencuentro y reinicio para Ghostface

Del mismo modo que la saga de Halloween necesitó del regreso de Jamie Lee Curtis o la del El exorcista de Ellen Burstyn para re-conectar con el añorado clásico, ambas producciones dirigidas por David Gordon Green, Scream 5 (Scream V, 2022) trae de vuelta a Neve Campbell, Courteney Cox y David Arquette, un poco para el deleite de los fans y otro poco, para despedirlos.

Con esa finalidad la producción dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett cierra el capítulo del pueblo Woodsboro donde ocurren los crímenes desde la película original de 1996. Y aprovecha la ocasión para presentar a Jenna Ortega (Merlina), Melissa Barrera (No descansarás), Jack Quaid (The Boys), quienes serán la nueva generación de adolescentes acosados por Ghostface.

La película sigue todos y cada uno de los tópicos de la saga, el regreso al primer film, los sangrientos asesinatos, las llamadas telefónicas (con la incorporación de los Smartphones), el humor autoconsciente y las múltiples citas al cine de terror que aquí suma un par de películas contemporáneas (Babadook por ejemplo).

Saber quién se esconde detrás de Ghostface será la premisa del film que cuenta la historia de Sam (Barrera), la hija del asesino Billy Loomis de la película original, su hermana Tara (Ortega) herida en la primera secuencia y su novio Ritchie (Quaid), quienes luchan por escapar del cuchillo del serial killer de la máscara.

La autorreferencia constante le juega en contra a Scream 5, que es mejor que el cuarto episodio y último dirigido por Wes Craven en 2011, pero que peca del mismo error, girar sobre sí misma hasta el hartazgo. El humor se siente forzado en muchas secuencias y el verosímil también ¿por qué al primer golpe todos sueltan el cuchillo o la pistola que empuñan con tanta determinación? ¿Por qué regresar al ojo de la tormenta por un objeto que se puede comprar en cualquier lado? ¿Por qué entrar a una escena del crimen sin arma siendo policía? Preguntas que quedan sin responder.

Ahora bien, si podemos “hacer la vista gorda” a tales deslices narrativos, podemos disfrutar de una película que está a la altura del resto de la saga, marca un cierre con sabor a despedida y, al mismo tiempo, el inicio de las nuevas aventuras criminales de Ghostface.