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Critica de "El tiempo del Armagedón", James Gray en un viaje personal y sociopolítico
Tras las autobiografías de directores destacados como Steven Spielberg con su película "The Fabelmans" (2022), Kenneth Branagh con "Belfast" (2021), Alfonso Cuarón con la aclamada "Roma" (2018), Lee Isac Chung con "Minari" (2020) y Paul Thomas Anderson con su encantadora "Licorice Pizza" (2021), llega "El tiempo del Armagedón" (Armageddon Time, 2022), de James Gray (Ad Astra, 2019), con Anthony Hopkins y Anne Hathaway.
El tiempo del Armagedón exhibe el enfoque temático característico del realizador, quien explora cuestiones de expatriación, desigualdad social y relaciones familiares complejas. En este caso, la trama nos sumerge en una narrativa que captura la esencia de la infancia y arroja luz sobre la vida durante la época de Ronald Reagan.
En los tranquilos suburbios de Nueva York, la infancia de Paul Graff (Michael Banks Repeta) transcurre plácidamente. Junto a su inseparable amigo Johnny, quien enfrenta la marginación debido a su piel oscura, exploran travesuras y aventuras típicas de su edad. Paul confía en la protección que le brindan su madre (Anne Hathaway), líder de la asociación de padres y madres de alumnos, y su cercano vínculo con su abuelo (Anthony Hopkins). Sin embargo, un incidente inesperado altera su rumbo cuando es trasladado a una escuela privada. Esta institución, con un consejo directivo que incluye al padre de Donald Trump, revela un elitismo y racismo descarados que sacuden su mundo de manera drástica.
Siguiendo la corriente de tradiciones cinematográficas que celebran la nostalgia y el amor, desde Los 400 golpes (Les 400 Coups, 1959) hasta la felliniana Amarcord (1973), El tiempo del Armagedón incorpora elementos de narrativa clásica que le otorgan una cualidad atemporal, colocándola como un espejo de la contemporaneidad. La trama, tejida con destreza, nos guía a través de los recuerdos del personaje de Paul, explorando las vivencias que han moldeado su vida.
La sensibilidad que impregna la película es tan precisa y delicada que Gray lleva a cabo un ejercicio de reflexión histórica, entrelazando hábilmente la narrativa personal con un análisis sociopolítico profundo. Este análisis se extiende hasta el punto de que el presunto ejercicio de nostalgia que impulsa la película parece desvanecerse en el presente, con la pandemia y la guerra de Ucrania marcando una resonancia contemporánea. La conexión entre el pasado y el tumultuoso panorama actual se vuelve innegable, añadiendo capas adicionales de significado y demostrando la habilidad del realizador para capturar no solo la esencia pasada, sino también su relevancia en los tiempos actuales.
