Crítica de "A todas partes", una tragicómica road movie mexicana sobre el reencuentro de dos hermanos

Dirigida por Pedro Pablo Ibarra, A todas partes sigue la historia de los hermanos Fernando (Mauricio Ochmann) y Gabriela (Ana Serradilla) quienes se reencuentran luego de quince años distanciados durante el funeral de su padre y donde encuentran un mapa y una antigua nota que firmaron cuando eran niños. Por ella, se comprometían, al alcanzar la mayoría de edad, a realizar un viaje en moto con distintas etapas, que debería concluir cuando “orinaran” en las aguas de Acapulco. Con un par de motos de los ochenta, casi oxidadas, regalo del padre, se ponen en marcha sin cambiarse de ropa tras el entierro.

Protagonizada por Ana Serradilla, Mauricio Ochmann, junto a Ana Claudia Talancón y David Chocarro, quienes logran transmitir la química necesaria que la historia necesita, A todas partes entretiene apostando por un tono tragicómico que logra mantener al espectador interesado en una esquemática road movie que muestra aquellos desafíos que los hermanos deben superar juntos, mientras exploran su relación y descubren más sobre sí mismos y la vida.

En cuanto a las actuaciones, tanto Ana Serradilla como Mauricio Ochmann, logran transmitir las emociones y los conflictos internos de sus personajes de manera convincente. Además, los tópicos que se abordan, como el amor, los vínculos y la búsqueda de la felicidad, son universales y fácilmente reconocidos por el público.

El aspecto visual es atractivo, con una fotografía realista y una banda sonora que complementa la trama, pero sin duda uno de los aspectos más destacados es la manera en que muestra algunos de los lugares más emblemáticos de México, desde Guanajuato hasta las playas de Acapulco, no como parte de un decorado pensado en el turismo sino ensamblados dentro de la propia historia.  

A todas partes, que le ha añadido su propio toque distintivo con respecto a la versión original al situarla en México, con sus costumbres e idiosincrasia característica, entretiene sin ningún tipo de pretensiones, y lo hace a través de un dispositivo narrativo simple que combina elementos vinculados a la comedia y el drama a través de una convencional pero efectiva road movie familiar.