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Crítica de "Adiós señor Haffmann", sobre las trampas del poder en tiempos de guerra

Fred Cavayé dirige un drama situado en la ocupación nazi de París que versa sobre las opresiones y las libertades.

viernes 13 de enero de 2023

Se han realizado muchas películas que narran situaciones de persecución y de ocultamiento en el contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial. Entre ellas, El último metro (Le Dernier Métro, 1980), una de las últimas películas de Truffaut. Adiós señor Haffmann (Adieu Monsieur Haffmann, 2021) no escapa a las influencias de este cine (de hecho, conserva muchas características de la película mencionada, incluída la presencia de lo teatral); es, sin embargo, un caso un tanto diferente.

François Mercier (Gilles Lellouche) es un empleado de la joyería de Mr. Haffmann (Daniel Auteuil), y aspira a formar una familia con su esposa Blanche (Sara Giraudeau). Transcurre el año 1941 en una París ocupada por los nazis, y la población judía comienza a ser perseguida. Haffmann y su familia deben huir. Mercier toma su lugar, y este súbito cambio de roles provoca significativas alteraciones en las dinámicas de poder.

En esta película convergen varias temáticas, dos de las cuales sobresalen. En primera instancia, el abuso de poder que suscita progresivamente, en el personaje de Lellouche, un giro fortuito (o más bien la suma de ellos). La evolución de este personaje hacia la oscuridad está indefectiblemente ligada al despliegue de las tropas alemanas en París. En el marco absurdo de la guerra hay una ocasión perfecta para contar una historia de este tipo. En segundo lugar, es interesante el foco en la cooperación civil con las tropas opresoras y, particularmente, en una cooperación que no tiene que ver con las convicciones sino con una perspectiva absolutamente individualista.

La película está basada en una obra de teatro de Jean-Philippe Daguerre. El guión es bueno, pero hay algunos detalles en el desenlace que siembran dudas acerca de un proceso de recorte de material un tanto desparejo en la etapa de montaje: el resultado es un final levemente inverosímil en contraste con el resto de la historia. Adiós señor Haffmann es, no obstante, una película sensible y bien actuada, que cosecha, de un terreno extensamente cultivado, algunas nuevas perspectivas.

6.0
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