Crítica de "El hoyo en la cerca", Joaquín del Paso y un fin de semana en Sodoma

El guion plantea las incidencias cada vez más oscuras que suceden durante un campamento que realiza un grupo de adolescentes varones de un colegio católico, guiados y vigilados por sus tutores religiosos (curas, hermanos, sacerdotes, seminaristas). Los muchachos pertenecen a un colegio elitista, donde asisten hijos de familias ricas y poderosas, en su mayoría lo que se ha etiquetado como whitexicans, es decir, gente racista, clasista, homofóbica, etcétera. Imagínense pues una escuela de los Legionarios de Cristo o del Opus Dei.

Durante el campamento, van ocurriendo situaciones perturbadoras. Los más agresivos fustigan y bulean a un compañero becario de origen humilde y rasgos indígenas. Los tutores religiosos  advierten constantemente sobre el peligro que entraña el pueblo vecino y los aldeanos, seres salvajes y violentos. Se esuchan disparos que suenan a lo lejos. El grupo encuentra un misterioso hoyo en una cerca del albergue donde acampan y que es evidencia de sucesos malignos que nunca se revelan. 

El guion y la realización van ordenando poco a poco una historia coral, con varias pequeñas historias que se ensamblan y se entrecruzan. Uno de los chicos, el más vulnerable de todos, camina con ayuda de muletas por alguna fractura que tuvo. Otro más, intenta trabar amistad con el joven becario, pero es acusado de homosexual. La dinámica es cada vez más destructiva y oscura. Los tutores religiosos también enseñan sus dientes, gobiernan con el crucifijo en una mano y el castigo en la otra, pero sobre todo manipulan a los chicos.

No es que así sean todas las escuelas ni todos los tutores católicos, pero Del Paso se aboca a usar este contexto tan controversial en las última décadas para contarnos una historia coming-of-age de sabor descompuesto y malsano. Su material proviene de los múltiples escándalos que han salido a la luz sobre casos de pederastia y abuso que ocurre al interior de algunas instituciones así. Del Paso toca y sugiere esos temas sin profundizar demasiado,  pues se interesa más en la forma en que ocurre la manipulación y el adoctrinamiento, en tanto los conflictos se van acumulando de manera contenida hasta un estallido de furia que ocurre en el desenlace. 

El mundo de El hoyo en la cerca se parece al de Nuevo orden (2020) de Michel Franco, en el sentido de que se enfoca en las clases poderosas y su desprecio por los pobres. Pero la película de Del Paso trata con más dureza a este grupo elitista, a los que retrata sin piedad y en el proceso cubre a todos con un barniz oscuro, incluso al mismo becario indígena, que termina siendo aceptado por los muchachos más agresivos. En este grupo, la inocencia es sacrificada.

Es un logro el trabajo que el director consigue con el grupo de actores, que se sienten naturales y sólidos, más aun cuando la mayoría son adolescentes, pero que entregan cuentas convincentes. La mecánica con los adultos también es muy efectiva y hay varios momentos memorables, a nivel narrativo, visual y estético. Asimismo, aprovecha de manera eficaz su locación principal, un albergue en medio del bosque, filmada con una atmósfera que de pronto se recarga en el terror psicológico.