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Crítica de "Smiley", la serie española con Carlos Cuevas y Miki Erbapé que rompe con los estereotipos LGBTQI+

"Smiley" (2022), adaptación serial de la popular obra teatral creada por Guillem Clua (guionista de "Los renglones torcidos de Dios"), explora las distintas formas de amar dentro la comunidad LGBTQI+ al estilo del film inglés "Realmente amor" (Love Actually, 2003), con resultados brillantes.

sábado 10 de diciembre de 2022

Dirigida por Marta Pahissa y David Martín Porras, Smiley, que remite al emoji de la carita feliz, se desarrolla durante unas navidades en Barcelona. Alex y Bruno se conocen de manera casual cuando el primero deja un mensaje de voz en un teléfono equivocado, el de Bruno. De entrada, son más las diferencias que las semejanzas, pero se gustan demasiado y no pueden evitarlo, aunque hay una manifiesta resistencia a reconocer sus sentimientos. Mientras Alex, que trabaja en un bar gay, vive obsesionado con su cuerpo esculpido en el gimnasio, Bruno, un típico arquitecto de oficina con aires de intelectual, se refugia en el cine clásico. Lo que les une es, ante todo, la búsqueda de una relación formal estable. 

A lo largo de 8 episodios, Smiley, una comedia romántica pura, que evita caer en los clisés, explora las diferentes formas de amar como las relaciones abiertas, la infidelidad, la aceptación personal, entre otras, a partir de una visión fresca, dinámica y moderna, apelando a una puesta en escena de pantalla dividida, montaje paralelo, diálogos superpuestos y a un lenguaje tecnológico de emoticons y apps de mensajería o de citas sobreimpreso en la pantalla.

Clua, que originalmente había construido una historia de dos personajes, abre ese mundo de ficción a nuevas historias y asume riesgos narrativos que abundan en la diversidad a partir de una serie de personajes conectados de manera directa o indirecta con ambos protagonistas. Así, Albert y Núria son un matrimonio heterosexual con sus conflictos latentes sin resolver, y Patricia y Vero están en crisis cuando acaban de reformar el departamento y deciden abrir la pareja. Además, están Pepón Nieto como la diva travesti del local en el que trabaja Álex, o Ramon Pujol, como un arquitecto enamorado de Bruno. La premisa es la búsqueda del amor y la estabilidad emocional a través de un puñado de historias sexoafectivas que tienen su clímax romántico durante la Navidad.

Una de las fortalezas de la serie es justo la misma que tiene la película de Richard Curtis, Realmente amor, pues en ambas hay una suerte de visión idealizada del amor, pero sin dejar de lado la cara b. Tampoco abusa de los recursos melodramáticos cuando apuesta por el golpe emocional. No es una ficción más sobre el amor, sino que expone una historia que va mucho más allá de eso. Se muestra cómoda al hablar de las nuevas formas con respecto al sexo y las relaciones y su abanico de diversidad se aborda con una naturalidad poco frecuente. 

Smiley, una reversión de la comedia romántica clásica, que no renuncia a su identidad LGBTQI+, sino que brilla en su representación, rompiendo con los estereotipos y mostrando sin pudor tanto lo bueno como lo malo, está protagonizada por los conocidos actores Miki Esparbé (El inocente, Reyes de la noche) y Carlos Cuevas (Alguien tiene que morir, Merlí), junto a una selección de actores secundarios como Pepón Nieto, Meritxell Calvo, Eduardo Lloveras, Giannina Fruttero, Ruth Llopis y Ramón Pujol.

8.0
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