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Crítica de "El Mundo del Silencio", el documental de Jacques Cousteau y Louis Malle sobre la vida submarina
El largometraje se ganó el reconocimiento unánime de la crítica gracias a la conjunción de las impactantes imágenes subacuáticas y los estéticos juegos de iluminación.
A partir de la mitad de los 50s, el cine francés experimentó con recursos audiovisuales nunca antes observados en el séptimo arte. La célebre y controversial Nouvelle Vague fue la más grande expresión de aquellas nuevas formas artísticas. Pero antes de todo este movimiento, fue El Mundo del Silencio la obra que impresionó a la crítica nacional y extranjera.
El Mundo del Silencio es un documental estrenado en 1956. Allí se aborda la sorprendente vida que habita en las profundidades marítimas. Las exploraciones submarinas que hizo Jacques-Yves Cousteau a bordo de la dragamina Calypso dieron origen al film que el mismo Cousteau codirigió junto a Louis Malle.
En la hora y media de duración se aprecian numerosas escenas submarinas grabadas a 150 metros de profundidad. Gracias a la escafandra autónoma (patente de Emile Gagnan y Cousteau) y las cámaras submarinas de 35 mm., se pudieron registrar detalles nunca antes vistos de la flora y fauna marítima. Para presentar una mayor cantidad de especies y escenarios, los investigadores y el equipo técnico viajaron por el Mar Mediterráneo, el Golfo Pérsico, el Mar Rojo y el Océano Índico.
El aspecto polémico del largometraje es, definitivamente, las tomas donde se evidencian prácticas violentas contra los especímenes marinos. Durante el tiempo de rodaje todavía no existían demasiadas limitaciones legales respecto a la vida animal. Por ello es que se observan dinamitaciones en los arrecifes, pescas de tiburones y de otros peces, invasión de las colonias de corales, así como el sacrificio de un cachalote y los juegos sobre torturas Galápagos.
Por otro lado, se aprecia todos los instrumentos y equipamientos que son indispensables para la investigación de esta clase. Se atestigua que Cousteau y el resto de navegantes emplearon las ya mencionadas escafandras autónomas, los tanques de oxígeno para buceo así como las aletas que potencian el nado subacuático.
Sin embargo, si el largometraje obtuvo los más importantes galardones del cine (Palma de oro del Festival de Cannes, Premio Méliès, Premio Oscar al mejor largometraje documental, etc.) se debió al soberbio trabajo de dirección de Louis Malle. El joven director francés ideó una composición estética que elevó las travesías marinas al nivel de arte. La propuesta de Malle presentó el conjunto de investigaciones de Cousteau desde una perspectiva elegante, donde el uso de la iluminación fue protagónico. Para fortalecer su narrativa audiovisual, Malle utilizó lámparas rojas que contrastaron con el intenso azul de las aguas. Asimismo, aprovechó las burbujas y todo fenómeno natural emergente para darle más espontaneidad a las secuencias.
La cámara de Malle también captó toda la parafernalia que rodea al buceador. Las tomas de los propulsores, de la cámara hiperbárica y los demás instrumentos profesionales permitieron conocer mejor el desenvolvimiento de los buceadores.
