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Crítica de "Seguridad" o de como las cámaras de seguridad aburren menos que esta película

El inglés Peter Chelson ("El espacio entre nosotros") regresa a Europa, luego de su paso por Hollywood, más precisamente a Italia, para probar suerte con el género del suspenso.

Crítica de "Seguridad" o de como las cámaras de seguridad aburren menos que esta película
martes 22 de junio de 2021

Basada en la novela homónima del escritor norteamericano Stephen Amidon, Seguridad (Security, 2021) se desarrolla en Forte dei Marmi, un lujoso balneario de la Toscana italiana que en verano respira gracias a los turistas, pero que durante el invierno se convierte en una fortaleza con ojos electrónicos.

La historia comienza cuando María (Beatrice Grannò), una joven golpeada que deambula por un barrio residencial pide ayuda a través de los porteros visores de las lujosas casas sin que nadie atienda a su suplica. Más tarde se revela que supuestamente fue agredida por su alcohólico padre, Walter Spezi (Tommaso Ragno). El hecho queda registrado en el sistema de seguridad a cargo de Roberto Santini (Marco D’Amore), un empresario encargado de la vigilancia privada a través de un circuito cerrado de cámaras, que se obsesiona con el caso y busca dilucidar que fue lo que en realidad pasó esa noche cerca de la mansión de Curzio Pilati (Fabrizio Bentivoglio), una de las personas más poderosas e influyentes del lugar y padrino político de la mujer de Roberto, candidata a ser la próxima alcaldesa del balneario.

Seguridad comienza con una panorámica de la playa, y una voz en off introduciendo al espectador en el ámbito geográfico y temporal donde se desarrollará la historia. Un lujoso y tranquilo pueblo veraniego donde “todo parecía una puesta en escena perfecta”. Y es en la puesta en escena donde radica lo interesante de una película desaprovechada ante el abanico de temas y subtramas que intenta abarcar. Una historia compleja que se dispersa ante la sucesión de historias paralelas que la atraviesan.

El director construye un thriller donde el punto de vista está puesto en las cámaras de seguridad que están diseminadas por toda la ciudad y en el interior de las viviendas. Y será Roberto, quien a través de lo que ellas muestren, el encargado de armar el rompecabezas sobre el hecho delictivo del que parte el conflicto. El problema radica en que Seguridad aspira a ser algo más que un thriller y se mete con tópicos que van desde el abuso, la pedofilia, la xenofobia, la escalada de la derecha, la disfuncionalidad familiar, la vida sexual a los 40, los problemas conyugales, las drogas y el alcoholismo en la adolescencia, el cyber acoso, el bullying, las fobias y hasta recurre al género fantástico apelando a una serie de alucinaciones provocadas por el insomnio que sufre el personaje central. Un salpicado de condimentos que no hacen más que sacarle el sabor al ingrediente principal a una comida insulsa y desabrida.

Seguridad promete mucho pero es muy lo que logra dar. La intriga se debilita a medida que los minutos avanzan, las actuaciones no convencen y sobre el final uno descubre que perdió dos horas de su valioso tiempo en un pueblo de ensueño dentro de una película que puede ser útil para conciliar el sueño que su protagonista no encuentra.

 

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